Los italianos expulsados de Chiapas acudirán al Europarlamento
La misión de los 130 observadores italianos en Chiapas terminó como el rosario de la aurora. Durante diez días, sus movimientos, denuncias sobre violaciones de los derechos humanos y desafíos al Gobierno mexicano ocuparon las portadas de la prensa local, y la traca final estalló en el aeropuerto. Los 60 primeros abandonaron México el sábado con vendas en los ojos, «porque es así como el Gobierno quisiera que fuéramos a Chiapas», y los 40 restantes, que habían pedido prórroga de estancia, perdieron el domingo todos los aviones, y fueron expulsados ayer. «Hicieron público alarde y ostentación de desacato», acusó la secretaria de Gobernación (Ministerio de Interior) en el comunicado de deportación. «Su voluntad fue y es no reconocer la validez del orden jurídico mexicano ni sujetarse a las decisiones y actos de las autoridades encargadas de aplicarlos».Los italianos, entre los que figuran eurodiputados y autoridades municipales, llegaron a México dispuestos a hacerse notar y a ignorar la limitación de movimientos impuesta en el visado consular de entrada, y lo abandonaron subrayando su simpatía por el zapatismo y advirtiendo que acudirán al Parlamento Europeo para denunciar «la situación de guerra y de abusos que el Gobierno pretende ocultar» en el Estado donde hace cuatro años se sublevó la guerrilla del subcomandante Marcos. «En México no se respetan los derechos humanos, eso es lo que vimos y así lo diremos en Estrasburgo. Seguramente eso afectará la ratificación del acuerdo comercial entre la UE y este país», dijo Sergio Zuliani, miembro de la caravana Un puente para Chiapas.
Pulso con las autoridades
Los italianos disponían de un visado que únicamente permitía su presencia en tres localidades de Chiapas. Inevitablemente, esa restricción les dio pie a preguntar: «¿Qué esconde el Gobierno en el resto de Chiapas, un estado de excepción, un estado de sitio?». La argumentación oficial de que nadie podía garantizar su seguridad en las zonas acotadas fue ignorada, y la caravana forzó el paso hacia Taniperlas, donde en abril la policía y el Ejército desmantelaron un municipio autónomo zapatista. Quisieron alcanzar Aguas Tintas, donde cayó otro, pero el visado expiraba el domingo. Durante horas, en el aeropuerto, continuó el pulso. No tramitaron el billete de avión de regreso, no había espacio en los vuelos regulares, y el que se les ofreció lo rechazaron porque, según afirmó un funcionario del Instituto Nacional de Migración, «la tripulación era mexicana y no italiana». El objetivo era poner al Gobierno en el brete de expulsar a una misión de observadores o acceder a la prórroga de estancia solicitada. El Ejecutivo optó por lo primero. «Los actos y hechos atribuibles a los extranjeros, que no abandonaron en el plazo fijado el territorio nacional», dice el comunicado de Gobernación, «hacen inconveniente su permanencia en el país por lo que procede, respecto de todos y cada uno de ellos, la aplicación del artículo 33 de la Constitución».
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