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"Borrell no es el eje de este debate"

Javier Casqueiro

Luis de Grandes es el muñidor en la sombra que pactará con los socios nacionalistas del Gobierno las resoluciones que se aprobarán tras el debate.Pregunta. Hoy empieza el gran espectáculo parlamentario del año rodeado de inusitadas expectativas. Hay quien ha hablado de que el Congreso no es Hollywood y otros del mejor debate del estado de la Nación de la década. ¿Cree que todo este interés se debe al gancho de José María Aznar y a su éxito con el euro?

Respuesta. Ése es un dato de obligado análisis. Es buenísimo que en democracia haya expectación sobre un debate en la Cámara que representa la soberanía popular. Que el pueblo español esté deseoso de escuchar el balance que hace el Gobierno y todas las fuerzas políticas del ecuador de una legislatura indica que se han producido acontecimientos políticos dignos de reseñar.

P.Pero quizá, aunque el interés del debate debía ser ése, la atención está más puesta en la capacidad del rival de Aznar...

R. Qué duda cabe de que una de las razones de la expectación es ver cómo se comporta el adversario del partido del Gobierno tras un proceso como el de las primarias socialistas, que ha tenido publicidad y consecuencias políticas innegables. Hay que coincidir en que el candidato del PSOE ha despertado grandes expectativas y ésa es una razón que él mismo confiesa para preocuparse porque va a haber muchas miradas puestas en su persona, muchos oídos en su discurso, y teme defraudar. El Gobierno contempla ese dato con naturalidad y respeto, pero también con indiferencia, que no desprecio.

P. ¿Cree que, en principio, José Borrell puede ser más peligroso para Aznar en este tipo de finales a un solo partido que Joaquín Almunia, o incluso que Felipe González, porque a sus cualidades sume el símbolo de una nueva etapa?

R. Borrell no es un político nuevo. Lleva 20 años en la cancha. Y, como por sus hechos les conoceréis, tenemos que decir que a Borrell le conocemos no el Gobierno ni el grupo parlamentario, sino toda la Cámara. Cuál vaya a ser su posición en este debate resulta una incógnita por las contradicciones entre las posiciones del aparato y el candidato. Está por ver si su tono se corresponde con el viejo discurso, que ya conocemos, o va a estar imbuido de una responsabilidad nueva con aspiraciones a calar en la sociedad.

P. ¿Cómo debe afrontar Aznar el debate para evitar que se convierta en un cuadrilátero que consagre a Borrell y para que no nos durmamos todos con una retahíla de logros macroeconómicos y europeos?

R. El presidente no va a abordar este debate como una ocasión de confrontación con el PSOE, sino con la naturalidad de un debate general, en un momento en que hay un marco suficiente para tener referencias sobre lo que se ha hecho, y lo que quiere es explicitar a los españoles una reflexión sobre las cotas alcanzadas y un compromiso con apuestas de futuro. En ningún caso se lo plantea como una situación bipolar.

P. ¿Cómo interpreta el denominado efecto Borrell?

R. Borrell no es el eje del debate ni del mundo en el futuro. Sobre él no giran las preocupaciones ni las obsesiones del Gobierno.

P. Ustedes saldan lo ocurrido en el PSOE con la consigna de que en un año el principal partido de la oposición ha tenido tres líderes. ¿No parece más importante que haya encontrado un candidato tan sólido a dos años de las próximas elecciones y que el PP no se despegue del PSOE ni en las encuestas más favorables?

R. Las primarias no son sino un procedimiento más, que ha podido ser imaginativo y que era causa de una necesidad. El PSOE, para legitimar a un líder que había salido flojo de un congreso mal cerrado, ha imaginado un procedimiento del que presumían que se iba a fortalecer el liderazgo emanado. Fundamentalmente, porque Almunia había sido designado con una cierta hipoteca del pasado y de González. Pero no ha salido así. Ha habido un partido, con toda su aparente fortaleza, que ha fracasado y ha salido un líder que ha producido una distorsión. Y al final han llegado a un compromiso que no se sabe cuánto va a durar. Es verdad que el efecto Borrell puede generar una ilusión que se proyecte más allá de un cuerpo electoral restringido de sólo 200.000 electores del PSOE al cuerpo electoral nacional. Nosotros tenemos razonables dudas de que ese mimetismo se vaya a producir. Y, desde luego, no vamos a copiar un sistema que desde el principio se nos ha antojado disfuncional. Constatamos el peligro que tenía el que, por emplear un camino imaginativo, se rompieran las bases y la firmeza de un partido sólido. Nosotros no tenemos un problema de liderazgo porque el de Aznar no sólo está asentado en el partido, sino también en la sociedad, como demuestran las encuestas.

P. ¿Por dónde presume que Borrell puede ser más vulnerable: por su pasado como gestor de Gobiernos salpicados de casos de corrupción o por sus promesas excesivamente izquierdistas?

R. Este debate no es una moción de censura para examinar al candidato, donde veríamos sus flancos y debilidades. Este debate gira sobre la comunicación del Gobierno y Borrell es uno más. No es el ombligo del mundo. Es un dialéctico importante, pero también es un demagogo conocido. Ha puesto muchas primeras piedras sin segundas.

P. Hay quien propugna, en el Gobierno y en el PP, que éste era un buen momento para socavar al PSOE dando un giro más al centro, con cambio de caras y de ministros, o incluso una oportunidad para lograr la mayoría absoluta con un adelanto electoral.

R. Las reglas del juego las marca constitucionalmente el presidente del Gobierno sobre la duración de la legislatura y él está anunciando que esa prerrogativa la va a ejercitar para agotarla porque cree que merece la pena seguir. Él entiende que su equipo funciona cohesionado y no tiene voluntad de cambiarlo. Y el PP ya es un partido de centro, y no sólo en términos nominales, sino de comportamientos. Si nuestros adversarios políticos giran más a la izquierda, nos dejarán más espacio y, desde luego, nosotros no nos vamos a recatar en ocuparlo porque ése es nuestro sitio.

P. ¿Por qué el grupo y el partido no han encontrado aún en estos dos años el hueco para ejercer bien la función de plataforma de los logros del Gobierno?

R. Yo le he dicho al grupo parlamentario que no debemos dejar que nos amorticen tan rápido los éxitos. Todos los miembros del grupo tienen que ser los portavoces de los logros de este Gobierno sin esperar a que exista un portavoz al que se le sitúe toda la responsabilidad, porque el peligro que se corre es que los grandes logros, que nos han costado mucho esfuerzo, se tomen como elementos del paisaje, y el paisaje era otro cuando lo cogimos y nos asomamos a la ventana.

P. ¿Por qué cuando el Gobierno quiere atacar o defenderse del PSOE sale Francisco Álvarez Cascos o Miguel Ángel Rodríguez desempolvando el pasado, hasta poner en peligro aspectos de la seguridad del Estado, y cuando quiere ofrecer un balance amable siempre aparecen Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja y Javier Arenas?

R. No existen dos caras ni están predeterminados los papeles, pero sí es cierto que en un equipo a cada uno le corresponde un papel. El vicepresidente primero se ocupa de muchas más cosas que de ser la cara más contundente cuando hay que replicar. Él es objetivo de la oposición porque son conscientes de su enorme valor político y por eso intentan legítimamente, pero no siempre con buenas maneras, socavar su prestigio o su fortaleza. Hay otras personas a las que les corresponden otros papeles que por su naturaleza son más del terreno del consenso, de lo que no es discutible. Si Mayor Oreja, que se ocupa de algo tan árido y duro como los temas de Interior, tiene, al tiempo que su talante, una posición que no es de confrontación es porque la oposición en ese terreno sí es responsable.

P. ¿Se puede descartar en estos momentos que dentro de cinco años, cuando haya que decidir el sustituto de Aznar, el PP considere las primarias?

R. Lo descarto totalmente. ¿Cómo vamos a copiarlo cuando los primeros arrepentidos son los que han hecho el ensayo? Nuestro sistema es democrático, probado y no exótico. No tenemos necesidad de copiar algo que ha salido tan mal.

P. ¿Usted puede comprometerse a que Aznar no aludirá ni una sola vez en el debate a la herencia recibida, incluso ni para compartir el éxito de la entrada en el euro con Felipe González?

R. No necesita nada de eso. La descalificación que le ha hecho el secretario general del PSOE es injusta. El presidente, cuando se ha conseguido el hito histórico del euro, ha dado las gracias a todos los españoles.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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