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La desembocadura del Llobregat almacena 30.000 m3 de residuos

En la desembocadura del Llobregat, allí donde el río será desviado para ampliar el puerto de Barcelona, se acumulan en estos momentos 30.000 metros cúbicos de residuos de todo tipo en forma de lodos procedentes de los vertidos de las numerosas industrias situadas aguas arriba. Este es uno de los principales hallazgos de la auditoría ambiental del municipio de El Prat, encargada por el Ayuntamiento y dirigida por el ecólogo Ramon Folch. El Llobregat es, en su tramo final, un río sin vida.

Los análisis han revelado que los lodos contaminantes están formados por residuos industriales, metales pesados como plomo, mercurio o hierro y materia orgánica en descomposición. Folch señaló que de no ser por las crecidas y riadas que periódicamente sufre el Llobregat, esta cantidad sería mucho mayor. "Ahora están en el mar o en el hígado de todos ustedes", señaló. La auditoría propone que el tratamiento y la eliminación de los fangos sean tenidos en cuenta en el proyecto ejecutivo del desvío del Llobregat, cuyo nuevo cauce, desde el puente de Mercabarna hasta el mar, se situará a unos dos kilómetros al sur de su actual desembocadura. En el futuro, el problema de contaminación en el río deberá quedar solventado con la construcción de la macrodepuradora que se construirá en esta zona y cuyo proyecto va ligado al del desvío. La realización de la auditoría ambiental de El Prat es consecuencia directa de la firma de la Carta de Aalborg de ciudades europeas hacia la sostenibilidad suscrita por el Ayuntamiento. El caso de El Prat es muy especial: se trata de un territorio pequeño, de apenas 32 kilómetros cuadrados, que debe conjugar la existencia de numerosas infraestructuras e industrias de todo tipo con el mantenimiento de espacios naturales de gran importancia ecológica. Alguien acuñó hace tiempo la frase de que El Prat era el único municipio de Cataluña atacado medioambientalmente por tierra, mar y aire. Por si esto fuera poco, las actuaciones previstas en el Plan del Delta -ampliación del aeropuerto y del puerto, desvío del río, llegada del tren de alta velocidad al aeropuerto y diversas conexiones viarias y ferroviarias- también deben encajarse como un puzzle en esa pequeña porción de territorio. La auditoría propone "un cambio de mentalidad para afrontar las nuevas actuaciones", que permita internalizar en cada actividad las repercusiones ambientales asociadas. Al respecto, Folch criticó que el Ministerio de Medio Ambiente haya desestimado realizar un estudio global de impacto ambiental del conjunto de obras previstas en el plan. El estudio medioambiental dirigido por Ramon Folch establece 12 líneas estratégicas, 46 programas de actuación y medio millar de propuestas concretas.

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