El alud de lodo en Italia suma ya 58 muertos
La avalancha de fango que se abatió el martes sobre varias localidades próximas a Nápoles, en el sur de Italia, borrándolas casi del mapa y causando 58 muertos y 98 desaparecidos, no era una «catástrofe previsible». El responsable italiano de Protección Civil, Franco Barbieri, intentó defenderse así, durante su intervención ayer en el Parlamento italiano, de las graves acusaciones que pesan sobre él y sobre las autoridades italianas por el retraso en la intervención de los equipos de rescate en la zona siniestrada y por la falta de medidas preventivas.
La misma catástrofe se repite con demasiada frecuencia en esta zona de Italia, donde las avalanchas de lodo han causado más de 600 víctimas en los últimos 70 años.Las localidades de Sarno, con 35 muertos, y Quindici, donde han muerto ocho vecinos, han sido las más afectadas por un fenómeno provocado por una combinación de factores en los que la intervención humana ha sido fatalmente clave. Ayer se supo que las autoridades de la región enviaron un fax advirtiendo del riesgo de desprendimiento a los alcaldes de la zona cuando ya el fango lo había arrasado todo.
Geólogos, ecologistas y hasta altos cargos del Gobierno italiano insistían ayer en que la avalancha de lodo que se precipitó el martes desde la montaña Pizzo d"Alvano sobre estos pueblecitos próximos a Nápoles era perfectamente previsible, dadas las intensas precipitaciones, las características del terreno y las atroces modificaciones que ha sufrido por la acción humana. Urbanizaciones salvajes, que florecen al pie de la montaña, incendios provocados que han dejado el suelo sin vegetación, cauces de ríos modificados a conveniencia de los constructores, carreteras que se entrecruzan impidiendo a la tierra absorber el agua de la lluvia, son algunas de las razones que sumadas a la lluvia intensa y a la inestabilidad del suelo, de origen volcánico de estas montañas, explican una catástrofe que era ya evidente desde el comienzo de la semana y de la que nadie quiere responsabilizarse ahora.
Casas semienterradas
Pueblecitos como Sarno, Quindici o Bracigliano, situados al pie de la montaña, aparecían ayer completamente devastados, semienterradas las casas en el río de lodo que llegó a alcanzar la altura de un tercer piso en algunos lugares. Más de tres mil personas, integrantes de los equipos de rescate, trabajan a ritmo frenético para alcanzar los últimos rincones habitados de la zona golpeada por la avalancha. Lugares adonde no han llegado aún las máquinas excavadoras, ni han sido sobrevolados por los helicópteros que han rescatado ya a decenas de personas. El número de desaparecidos, que era anoche de 101, hace temer que la cifra de víctimas siga subiendo en las próximas horas. Al drama de los que han perdido familiares o conocidos se añade el de los que han perdido su casa, cerca de dos mil personas, según Protección Civil.En medio del caos y el dolor de los habitantes de una zona donde apenas hace un año y medio otra avalancha de fango causó cuatro muertos y donde se escucharon las mismas promesas no cumplidas, los responsables nacionales, regionales y locales se intercambiaron ayer acusaciones de culpabilidad por lo ocurrido. El arzobispo de Nápoles, cardenal Michele Giordano, fue el primero en recriminar a todos los responsables políticos «por la falta de actuaciones de prevención en el territorio pese a las continuas alarmas y la repetición de este tipo de dramas en el pasado».
Dedo acusador
La izquierda acusa a la derecha (el Gobierno regional está en manos del partido de Alianza Nacional) de responsabilidad en lo ocurrido y reclama la dimisión del presidente de la región, Antonio Rastrelli. Los alcaldes de los pueblos afectados apuntan el dedo acusador al Gobierno por no tomar medidas de largo alcance.El ministro de Obras Públicas, Paolo Costa, se defendía asegurando que su departamento no dispone de los 65 billones de liras (menos de 6.000 millones de pesetas) que exigiría poner en marcha un plan de defensa de los suelos. Y el número dos de Costa, Gianni Mattioli, devolvía las acusaciones a la región y a los alcaldes. «Son ellos los que dan los permisos de construcción».
Mattioli considera responsable de la catástrofe la actuación demencial que se ha venido produciendo sobre un terreno geológicamente inestable, como los Apeninos campanos, constituido por una base de roca calcárea a la que se ha ido superponiendo material volcánico. Si a ello se une la cantidad de lluvia caída en los últimos días, equivalente a la que se recoge en la región en todo un año, se alcanza una situación crítica que puede provocar el deslizamiento de enormes masas de fango hacia las zonas bajas, arrasándolo todo a su paso.
Exactamente lo que ocurrió la noche del martes, una catástrofe, en palabras del ministro del Interior, Giorgio Napolitano, «indigna de un país civilizado».
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