«En el espacio hay que pensar que lo imposible puede suceder»
«Si un niño español quiere ser astronauta, puede lograrlo»
A los 18 años contempló por la noche su primer lanzamiento en el Centro Espacial Kennedy, en Cabo Cañaveral, un cohete Atlas que iluminó el cielo nocturno al despegar como si hubiera salido el sol para desaparecer en dos minutos. «Me parecía increíble que seis minutos más tarde ese cohete estuviera viajando a más de 28.000 kilómetros por hora alrededor de la Tierra. Descubrí que jamás encontraría nada que me llenara como aquello», dice Carlos García- Galán. Ahora tiene 23 años y forma parte del programa espacial estadounidense. Este joven malagueño ha recorrido un camino quizá más largo que aquel cohete hasta aterrizar en el Centro Espacial Johnson de la NASA, en Houston (Tejas), para trabajar en el Centro de Control de Misiones de la Estación Espacial Internacional. Dentro de seis meses será controlador del sistema eléctrico de la estación en la sala de apoyo, y un año después, controlador de la sala principal. García-Galán, que hizo estudios de Ingeniería Aeroespacial y Ciencias del Espacio en el Instituto Tecnológico de Florida, acaricia la posibilidad de convertirse en astronauta, un sueño que tenía desde niño.Pregunta. ¿Qué le decían en el colegio cuando confesaba que anhelaba ser astronauta?
Respuesta. Había todo tipo de reacciones, desde profesores o compañeros que se reían de mí, hasta los escépticos, que aseguraban que terminaría por poner los pies en el suelo. Mi madre ha sido la única persona que ha alimentado mis ilusiones. Por supuesto, todavía no he llegado a ser astronauta, queda muchísimo camino, y quizá no lo logre, pero el estar donde estoy me dice que los sueños son posibles.
P. Para los jóvenes españoles parece una empresa imposible. ¿Cuál es el principal obstáculo?
R. La falta de información. Es absolutamente factible que si un niño español quiere ser astronauta, puede lograrlo con un nivel equivalente al de EE UU. La gran diferencia es que aquí no hay tanta información y personas que te ayuden a tomar las decisiones y debes llevar la iniciativa. Es esencial sacar una carrera en ingeniería o en ciencias, en algo relativo al programa espacial. Ahora es más fácil, y con Internet puedes enterarte de los experimentos de la NASA o los proyectos con participación española de la Agencia Europea del Espacio (ESA). En cinco años, cuando la Estación Espacial Internacional esté funcionando, la ESA necesitará más astronautas.
P. ¿Qué tipo de trabajo realiza en estos momentos?
R. Somos los operadores de la estación espacial, es decir, verificamos que todas las temperaturas, presiones, electricidad, todos los sistemas funcionen correctamente en cada módulo. Nuestro grupo se encarga de operar y conocer al dedillo el sistema eléctrico y anticipar todos los potenciales problemas que puedan surgir en miles de simulaciones informáticas. Nos reunimos con los astronautas y simulamos con ellos centenares de vuelos, donde comprobamos y diagnosticamos cualquier problema. La clave del éxito del programa espacial radica en pensar que lo imposible puede suceder.
P. ¿Poner en órbita la Estación Espacial será un logro menor que el que puso al hombre en la Luna?
R. En absoluto. La estación es el proyecto más ambicioso que se haya hecho nunca en términos tecnológicos. Es un laboratorio de primera clase en el espacio que tiene el tamaño de tres aviones jumbo, y ni siquiera el viaje del hombre a la Luna se le acerca en complejidad.
P. ¿Cómo es realmente la NASA desde dentro?
R. Justo como pensaba. Resulta fascinante entender cómo funciona una estación espacial, y trabajar estrechamente con los astronautas. Antes de entrar en la NASA, yo los tenía completamente mitificados, eran superhéroes que iban al espacio. Ahora son mis compañeros de trabajo, acuden a todas las reuniones, tenemos discusiones profesionales y, a veces, no estamos de acuerdo.
P. ¿Cómo es el día a día que se respira en el Centro Espacial Johnson?
R. La NASA es una agencia del Gobierno, y como cualquier otra, no es perfecta. Algunas veces hay burocracia de más y a veces no es todo lo eficiente que debiera ser. Pero las cosas se hacen. Cuando entras en materia acerca de cómo hay que construir y hacer funcionar la estación espacial, descubres que el reto es tan complejo que parece imposible. Pero al sentarte para discutirlo con los ingenieros o contratistas, te das cuenta de que no existe la actitud de que «esto no se puede hacer».
P. ¿Cuál es su máxima ambición?
R. Yo quiero volar al espacio. Pero este trabajo me encanta y no lo considero un paso intermedio. He tenido mucha más suerte que otros, a pesar de todo el trabajo, y por eso tengo una deuda pendiente. Quiero volver a España para pagarla y divulgar la trascendencia del programa espacial: ésta es la razón última por la que deseo ser astronauta.
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