En la piel del usuario
Como madrileño, es decir, ciudadano de una de las capitales de Europa, tengo derecho a plantear que esta ciudadanía debería verse acompañada por un mayor respeto tanto público como privado por los ciudadanos; en el caso que quiero destacar, ese respeto lo quiero referir a detalles de confort en la vida cotidiana.De un tiempo a esta parte, los objetos de uso público, como teléfonos, por ejemplo, presentan una serie de carencias o fastidios que un mero control de calidad en la producción podría evitar. En las cabinas telefónicas, los números para marcar presentan unos pivotes agudos con los cuales el que marca cualquier numeración se daña los dedos. ¿Es necesario que un objeto de uso tan frecuente presente esta característica? No. No es necesario.
Sigo con las cabinas. Resulta que a alguien se le ha ocurrido cambiar las de Madrid y en vez de ser cerradas, con una cierta intimidad y protección ante la lluvia, por ejemplo, las hacen abiertas, de manera que protección ante la lluvia e intimidad, al ser compartidas y abiertas, se pierden. ¿No hay nadie que se ponga en la piel de los usuarios?- . .
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