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Reportaje:

El Segura, un río agonizante

Lejos quedan esas idílicas imágenes de Orihuela en las que se puede contemplar a los vecinos de la ciudad monumental en la ribera del Segura, debajo del puente de Levante, en pleno centro urbano, paseando e incluso bañándose. Ahora la imagen es bien distinta, apenas hay agua en el cauce y sí mucha suciedad. La situación se hace más precaria a escasos metros más ariba en el puente de Poniente. El olor que emana de los lodos acumulados en este punto urbano que atraviesa el río, es insoportable. Y eso lo saben bien los comerciantes de la antigua Calle Mayor paralela al cauce. En más de una ocasión los turistas preguntan: "¿Cómo pueden aguantar esto?". Pero el problema no sólo se sufre en Orihuela. Las poblaciones de Almoradí, Benejúzar, Rojales, Guardamar ven cómo la situación del río se agrava a medida que se acerca a la desembocadura. Precisamente, el municipio de Rojales ha protagonizado distintas movilizaciones en los últimos dos años para pedir soluciones a la contaminación del Segura. También desde el Ayuntamiento de Almoradí se ha dado la voz de alarma y se han encargado estudios a la Universidad de Alicante ante el ennegrecimiento que sufrían las fachadas y las persianas de esta población por las emanaciones del Segura. En Guardamar, lugar de la desembocadura, el problema se refleja cuando se ven afectadas sus playas por los residuos que arrastra el río. Todo esto ha hecho que ciudadanía y políticos se unan para luchar por una causa común: "Por un Segura limpio". Sin embargo, el problema, cuya resolución se ha convertido en el objetivo prioritario de los movimientos ciudadanos de La Vega Baja, no parece encontrar soluciones inmediatas ni respuestas por parte de la Administración. Una vega fértil Paradójicamente los vecinos de su ribera, que han disfrutado de los aportes del río con una vega fértil en sus cultivos, han tenido que convivir con los avatares de la naturaleza y las crecidas del Segura que a lo largo de la historia han anegado gran parte de la comarca. Entre las más nombradas figuran la de San Miguel Arcángel de 1664 y la de los Reyes Magos de 1684, bautizadas con la onomástica del día en que se producían. Posiblemente la más histórica fue la de Santa Teresa en 1789, que inundó toda la comarca, desde Orihuela a Guardamar. Recientemente, todavía se recuerda la de octubre de 1989 y otra anterior en noviembre de 1987, de consecuencias más devastadoras. Pocos días después de esta última riada un Real Decreto que declara de interés general y de urgente tramitación las obras del plan de avenidas. Con anterioridad a esta decisión política los ciudadanos habían protagonizado manifestaciones reclamando el encauzamiento para evitar las riadas. Ahora, solucionado un problema, ha sobrevenido otro: la contaminación. Ello ha hecho que vecinos que lucharon por las soluciones al desbordamiento se vean obligados a reivindicar las medidas que saneen el río más contaminado de España. El Segura, que nace en Jaén, en la sierra de Segura, atraviesa durante su recorrido fuertes núcleos de población con importantes zonas industriales y con amplias extensiones de cultivos. En un estudio elaborado por la Consejería de Obras Públicas hace cuatro años, se detalla que el Segura es un río muy contaminado, con un alto contenido en coliformes y presencia de fosfatos, nitritos, amonio y detergentes en todo el cauce. Residuos del curtido Entre las causas de su lamentable estado destacan los vertidos industriales. La mayoría procedentes de industrias conserveras murcianas ubicadas entre la localidad de Cieza y la capital, Murcia. El río Segura recibe también aportes contaminantes del río Guadalentín, afluente que arrastra los residuos de las fábricas de curtido instaladas en Lorca. En segundo lugar, le siguen los vertidos urbanos. La falta de depuradoras en algunas poblaciones contribuye a que el río reciba demasiadas aguas residuales que no se someten a un tratamiento previo. Y por último se destaca como causa contaminante los vertidos producidos por el sector agrícola. El creciente uso de productos químicos en los cultivos contaminan las aguas de riego y acaban, por ende, en el río. Así con todos estos problemas añadidos los habitantes de la comarca de La Vega Baja, que vieron como se finalizaban las obras de encauzamiento urbano durante el año de 1995, se enfrentan a un nuevo reto, conseguir un río limpio antes de que deteriore todavía más y no exista solución. Los ayuntamientos de las poblaciones de La Vega Baja afectadas, entre ellos el de Orihuela, se han comprometido a facilitar transporte público para las personas que decidan adherirse a la protesta y acudir a Murcia ante la sede de la Cofederación Hidrográfica del Segura. El lema elegido por los movimientos ciudadanos es "¡Por la vida!". "¡Exigimos que dejen de envenenarnos!".

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