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"No voy a dar más caña, sino a tratar de convencer y de crear una ilusión colectiva"

El día en que cumplía 51 años le llegó un regalo que no sólo le ilusionó. También le abrumó. Sus compañeros de partido le señalaron como el socialista más capacitado para ganar las próximas elecciones legislativas, y luego gobernar. Ahora se enfrenta al reto de inspirar confianza, después de haber demostrado que sabe levantar entusiasmos, y cultivar el vasto terreno que se ha abierto ante el PSOE.

Pregunta.¿Borrell y cuenta nueva?

Respuesta.Etapa nueva, sin duda.

P.Usted empezó su campaña reconociendo que el PSOE había hecho una oposición manifiestamente mejorable. ¿De qué modo se propone mejorar esa oposición a partir de ahora? ¿Dando caña?

R.No se trata de dar más caña, en el sentido de una mayor agresividad o de una menor responsabilidad. No hay que imitar la oposición que hicieron Aznar y el PP porque eso sería denigrar la democracia. Hay que iniciar una época basada en el respeto mutuo y en una crítica que identifique mejor las opciones que cada cual representa.

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P.Ha defendido que el PSOE debe pasar la página de los errores del pasado y continuar la obra de Felipe González. ¿Qué implica eso exactamente?

R.Pasar la página de los efectos perversos que han tenido sobre nosotros los casos de corrupción, que han dominado la escena mediática hasta las primarias. En ningún caso se trata de olvidar el balance extraordinariamente positivo de los Gobiernos socialistas, de los que he formado parte, y que he calificado como la primera revolución pacífica de nuestra historia.

P.Usted advirtió en la campaña que, dentro del PSOE, nadie es más heredero que otro de Felipe González, pero a la vez estableció paralelismos con él. ¿Usted representa, como él, un liderazgo fuerte?

R.La personalidad política de Felipe González es inimitable y difícilmente repetible. Además, tiene razón Almunia cuando dice que éstos son tiempos que reclaman más participación en la toma de decisiones.

P. En los días siguientes a la votación usted ha aparecido fotografiado, y abrazado, en varias ocasiones con Almunia. ¿Por qué no se ha producido todavía una escena parecida con Felipe González y usted?

R.Porque todavía no hemos coincidido.

P.Eso es una constatación, no una explicación. ¿Le es indiferente la carencia de ese abrazo?

R.Nos lo hubiésemos podido dar en la noche del escrutinio si hubiera sabido que él estaba también en la sede del partido. En todo caso, sé que es una realidad lo que ese abrazo representa.

P.¿Cómo piensa tranquilizar a quienes temen que usted represente un riesgo de sobresaltos?

R.Me gustaría que quienes eso dicen, o insinúan, me explicaran a qué se refieren. Un cierto sobresalto era necesario. No sé qué riesgos temen. El verdadero riesgo es la ausencia de impulso vital.

P.¿Sabe que le consideran tan inteligente como intransigente?

R.Ni soy tan inteligente ni tan intransigente. La prueba de que sé flexibilizar posturas y lograr consensos es el acuerdo a que hemos llegado para cambiar no las reglas de juego sino el sistema de juego, en afortunada expresión de José Rodríguez de la Borbolla. La nueva tarea que asumo me exigirá un renovado esfuerzo de diálogo y consenso para sumar 12 millones de votos.

P.¿Quién es su equipo: la ejecutiva federal del PSOE, la Oficina del Candidato...?

R.Formo parte de ese equipo que es la ejecutiva federal. Pero además necesitaré una oficina para organizar mi presencia en la sociedad.

P.¿El PSOE debe cambiar para siempre su sistema de liderazgo y separar la secretaría general y la candidatura a la presidencia del Gobierno?

R.No necesariamente y, desde luego, no hay que establecerlo como norma en los estatutos. El que esas tareas coincidan en la misma persona tiene sus ventajas. Pero deben poder ser personas distintas. Si no, no tendrían sentido las primarias.

P.¿Se presentará, en la próxima oportunidad, como candidato a secretario general del PSOE?

R.¡Dios mío! Eso sí que se sale de mi horizonte. Todas mis energías se concentran en ganar las próximas elecciones. Y, por cierto, le confieso que necesito un poco de sosiego y alejarme del torbellino mediático.

P.Cualquiera lo diría, viéndole en la Feria de Sevilla. Por cierto, ¿se presentará también en Pamplona cuando sea San Fermín, y en Valencia cuando sean las Fallas..?

R.Ése no es mi estilo, en absoluto. Pero la política implica pro- ximidad al ciudadano y a veces hay que asistir a fiestas sociales entrañables para la gente.

P.Más que adhesiones, parece que usted suscita pasiones. ¿No teme que, en las elecciones, ese sentimiento sea tan fuerte a su favor como en contra suya?

R.No deseo desatar pasiones. Es necesario convencer con argumentos y crear un entusiasmo colectivo. No es bueno que la vida política esté gobernada por la pasión.

P.En las primarias ha dicho que tiene pasión por la igualdad y que los socialistas deben luchar por la igualdad aun a costa de sacrificar otros valores. ¿Qué ha querido decir con eso?

R. Que toda ideología es una jerarquía de valores, y que hay que volver a tener referencias ideológicas.

P.¿Usted ha querido salir de este proceso como un referente ideológico?

R.Si por ideología se entiende un conjunto de ideas para interpretar la realidad y conducir la acción para transformarla, por supuesto que sí. Ir por el mundo sin ideología es como ir por el monte sin mapa y sin brújula. Pero yo no confundo ideología con dogma, que niega la realidad en nombre de una creencia.

P.Cuando pidió, a la vista del resultado electoral, lealtad y generosidad, ¿estaba pidiendo lealtad con usted a cambio de generosidad suya hacia los demás?

R.No, no. Estaba pidiendo lealtad y generosidad de todos con todos.

P.¿Qué explica, según usted, que ni un solo dirigente de peso se haya pronunciado a favor suyo en las primarias?

R.Quizá responda a una cultura política difícil de cambiar. Lo raro hubiera sido que los miembros de la ejecutiva no apoyasen a su secretario general cuando se presentaba para candidato a presidente del Gobierno.

P.Ahora lo ve casi intrascendente, pero hace una semana se quejaba de que algunos dirigentes estaban rompiendo, con sus presiones, las reglas de juego de las primarias.

R.Ha habido alguna ruptura de las reglas de juego. Quizá porque no estábamos habituados a escoger entre dos candidatos, uno de los cuales era secretario general. Debemos aprender de los errores para no volverlos a cometer. Imagínese en qué situación nos encontraríamos ahora si la ejecutiva federal se hubiese pronunciado formalmente, como algunos querían, a favor de un candidato que luego no ha tenido el respaldo mayoritario.

P.Usted ha venido diciendo que hay que cambiar la forma de hacer política. ¿Qué cambios quiere que afronte el PSOE para socializar la política?

R.Cambios que favorezcan la participación. La elaboración del programa electoral debe ser tan participativa con respecto a la sociedad como lo ha salido la elección del candidato en lo que respecta a los militantes. Los partidos deben funcionar de forma menos vertical y opaca. He aprendido en estas elecciones cuán acertadas eran las autocríticas de nuestro último congreso sobre funcionamientos oligárquicos y poco transparentes.

P.¿Intentará hacer valer su opinión cuando llegue el momento de seleccionar los candidatos a alcaldes y presidentes autonómicos?

R.No es mi función. Pero tampoco voy a encerrarme en el papel de candidato a presidente del Gobierno, como si el resto de decisiones que ha de tomar el partido no me concerniesen.

P.¿Usted es de los que cree que esos candidatos deberían ser buenos representantes de lo que Almunia llamó la "causa común" de la izquierda?

R.Sería muy útil. El PSOE debería buscar en sus candidatos la intersección con otras organizaciones con las que tenemos esa "causa común". Pero esa labor no me corresponde a mí, sino al secretario general.

P.Su tarea, a partir de ahora, es la de portavoz en el Parlamento y líder de la oposición, ¿no?

R.Eso creo. Y no sólo eso. También al candidato le corresponde no hacer pero sí impulsar la elaboración del programa electoral. Está claro que al candidato a presidente del Gobierno le corresponde ejercer de líder de la oposición parlamentaria. Pero no pienso recluirme en las paredes del Parlamento. Debo estar en permanente contacto con la sociedad.

P.¿Va a ser un líder en la calle?

R.En la sociedad, dentro de la sociedad. Pero para eso debo esperar a que primero el comité federal me proclame candidato.

P.Hace poco indicó que su personaje histórico predilecto es

Francisco de Orellana. Eso le puede situar ante dos objeciones: que haya también en usted una vena de navegante intrépido, de aventurero, y que Orellana, pese a todo su entusiasmo, sucumbió sin haber alcanzado El Dorado.

R.Porque El Dorado no existía. El socialismo no es una religión, y nadie puede ofrecer paraísos en su nombre. No soy un aventurero, pero no hay nada en la vida que merezca la pena y que no entrañe un riesgo.

P.En la presentación de su libro dijo, para que se supiera, que ha aprendido de Felipe González ese sentido común que enseña que no basta tener razón si no está socialmente aceptada.

R.De él he aprendido dosis de sentido común, de un saber hacer que está por encima de lo que se aprende en los libros.

P.¿Usted va a dar vertebración a ese colectivo de militantes que le ha votado, para convertirlo en un sector organizado?

R.No creo que nadie esperase eso. Otra cosa es que estas elecciones hayan servido para pasar del tribalismo al pluralismo. Se han acabado las guerras de clanes y las contiendas sobre asuntos completamente ajenos a la vida de los ciudadanos. El PSOE es un partido de amplio espectro, con un centro-derecha y un centro-izquierda...

P.Por cierto. Usted ha dicho que se sitúa en el centro de la izquierda. ¿Qué significa eso?

R.Que en el espectro de izquierda me sitúo en posiciones templadas, alejadas del social-liberalismo, que tiene demasiadas fronteras con los planteamientos del PP en política económica, y también del radicalismo.

P.¿Es verdad que usted prefiere pactar con Izquierda Unida que con los nacionalistas catalanes?

R.Intentar pactar, y subrayo lo de intentar, con fuerzas de izquierda es la posición oficial del PSOE desde su último congreso.

P.Más exactamente: ¿quiere ir del brazo de Izquierda Unida, o atraer a su lado a quienes han votado en otras ocasiones a IU?

R.Intentaré atraer hacia el PSOE el máximo número de personas identificadas con una política de progreso. Muchas de las personas que votaron en las últimas elecciones a IU quizá hoy no encuentran en Anguita el mejor portavoz de sus puntos de vista.

P.¿Le preocupa que, en cuanto ha salido elegido, los nacionalistas catalanes y vascos han enarbolado las malas relaciones que han tenido con usted?

R. No me preocupa demasiado. A ellos les conviene colocarme ese estereotipo, que en absoluto responde a la realidad. Permítame que me ría: para malas relaciones, las de Aznar con Pujol. Y si los nacionalistas han sido capaces de superar aquello de "Pujol, enano", mucho más fácil les resultará entenderse conmigo. Lo que sucede es que seguramente ven en mí a una persona de convicciones, que se ha opuesto a pretensiones de los nacionalistas cuando me han parecido insolidarias. Quizá vean que con un Gobierno socialista tendrían que obedecer a un modelo definido de las competencias de los distintos niveles de la Administración, y se acabaría lo de obtener concesiones, sin orden ni concierto, a cambio de disponer de sus votos para ganar unos días de legislatura. Yo nunca habría promovido una ley de Puertos, vergonzosa y vergonzante, como la aprobada.

P.¿Usted apuesta por el cierre del modelo autonómico?

R. Es una expresión demasiado genérica para responder sí o no. Lo que creo que no se debe hacer nunca es abrir el esquema competencial porque una coyuntura parlamentaria exija buscar votos para poder gobernar. Debe haber un modelo que sobreviva a las coyunturas parlamentarias.

P. La ministra de Trabajo francesa arguyó que si no se aprobaba por ley la reducción de la jornada laboral a 35 horas, con un plazo para su progresiva aplicación, pasaría demasiado tiempo hasta que esa reducción se hiciese efectiva y diera resultados eficaces. ¿Cuál es exactamente su posición sobre esa propuesta?

R. Mi posición es centrada y huye de los extremos: ni una ley que imponga mañana y en todas partes, de forma automática y homogénea, una reducción de la jornada, que así aplicada sería una máquina de fabricar paro, ni dejarlo todo a la negociación colectiva. La negociación es imprescindible, pero no bastará. Hará falta medidas políticas que incentiven y, en su caso, condicionen.

P. ¿Cómo piensa diferenciar su política económica de la del Gobierno en un momento en que la economía se ha instalado en una senda de crecimiento, delimitada por las balizas de la unión económica y el euro?

R. La palabra crecimiento encierra realidades bien distintas. Algunas formas de crecimiento no son sostenibles porque chocan con límites ecológicos, y otras conducen a situaciones socialmente inadmisibles. El crecimiento del Producto Interior Bruto, tal como lo medimos, ha dejado de tener un valor significativo del bienestar social. El desarrollo tecnológico puede producir un fuerte crecimiento del valor añadido concentrado en aquellos que disponen del conocimiento o del poder. Hay que inventar formas nuevas de distribución.

P.¿Tiene ya alguna propuesta concreta en ese terreno?

R. Alguna ya he expuesto en la campaña de las primarias, pero tenemos que estudiar otras entre todos, en el partido. Una sociedad de subsidios no es financieramente asumible, y es socialmente inaceptable. Hay que activar los recursos que hoy destinamos a mantener a los parados vivos, pero excluidos, para financiar, mediante incentivos, la reducción de la jornada laboral.

P.Usted ha sido muy aficionado a las subidas de impuestos...

R. Ja, ja. ¡Otro estereotipo! Es cierto que en los primeros años de Gobierno socialista la parte de la renta administrada por los poderes publicos creció. A eso se le suele llamar presión fiscal. Pero había que hacerlo. No se pagan pensiones ni se financia un sistema público de salud sin cobrar impuestos. No hay nada gratis, todo cuesta. La cuestión está en quién lo paga. Pero España sigue siendo el país de la Unión Europea con la presión fiscal global más baja.

P. ¿Con eso quiere decir que ve margen para subir los impuestos?

R. Más bien hay margen para aumentar la recaudación con los mismos impuestos. Hay que recordar a los ciudadanos que no pueden pedir al poder público nada que no estén dispuestos a financiar entre todos.

P. Si gobernara, ¿qué haría usted con esta reforma del IRPF ya aprobada? ¿Daría marcha atrás?

R. Sin duda. La reforma fiscal del PP ha destruido el concepto mismo de impuesto sobre la renta. Pero el problema no es los tipos marginales máximos, sino el trato tan desigual que esa reforma da a las diferentes categorías de rentas y la total falta de equidad que entraña eso del mínimo vital: ¿por qué el mínimo vital del hijo de una familia con una renta anual de diez millones tiene que ser, a efectos fiscales, mucho mayor que el del hijo de una familia con una renta anual de tres millones? Debe ser el mismo para cualquier niño de cualquier familia española. Lo contrario es de una absoluta inconstitucionalidad.

P. Entonces, ¿lo anularía?

R. Habrá que replantear ex novo las bases del sistema fiscal. Lo que está haciendo el PP es limitarse a poner parches con la finalidad de dar regalos fiscales a ciertas categorías de la población y a ciertas fuentes de renta.

P. ¿Qué va a hacer un candidato que pretende mirar sobre todo al futuro ante un juicio en el Supremo que va a juzgar a ex altos cargos socialistas por el GAL?

R. Reiterar su confianza en la justicia y en la inocencia de Barrionuevo.

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