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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El cambio posible

LA ELECCIÓN del obispo auxiliar de Toledo, Juan José Asenjo, como nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal se ha interpretado de forma unánime como un ejercicio de continuidad en la gestión de la Iglesia católica española. No en vano Asenjo es un hombre próximo a José Sánchez, el obispo de Sigüenza-Guadalajara, secretario general saliente de la Conferencia; y ambos forman parte del entorno más cercano al presidente actual de la asamblea de obispos, Elías Yanes. Así pues, durante los próximos cinco años cabe esperar pocos cambios en la trayectoria de la Iglesia española, siempre y cuando la elección de presidente de la Conferencia, el año que viene, no varíe de forma radical las actuales previsiones. Yanes y los obispos de su entorno constituyen lo que puede calificarse como el ala moderada de la Iglesia católica española. Aunque estén muy lejos de posiciones progresistas, mantienen distancias con los grupos más ultramontanos del episcopado, que se mueven en torno al nuncio, Lajos Kada. La llegada de Yanes suscitó esperanzas entre los católicos avanzados y los ciudadanos que entendían la importancia de la Iglesia como factor de cohesión social y de moderación de la vida pública.

Esas expectativas se han ido frustrando con el paso del tiempo. Mientras las iglesias de otros países intentan acercarse a la sociedad desde propuestas de colaboración y, en todo caso, de comprensión y aceptación del pluralismo, las instituciones eclesiales españolas siguen enfocando su papel como si se tratase simplemente de una negociación política con el Gobierno de turno, del que se pretende obtener las mayores ventajas posibles, en diversos órdenes. Esta estrategia ha llevado a la Iglesia española a perder influencia social y a generar conflictos serios con algunos Gobiernos.

Algunos de estos conflictos siguen sin resolverse, como el de la financiación pública de la Iglesia o el aún más controvertido de la enseñanza obligatoria de la religión. En ambos casos, el nuevo equipo de Asenjo tiene la oportunidad de proponer soluciones más próximas a los deseos de la sociedad, desatascar el diálogo con la Administración y, sobre todo, enfocar ambos problemas desde una posición que no suponga la rendición imperativa del Estado en favor de las tesis del episcopado.

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Pero el motivo fundamental del alejamiento de los sectores que en otros países constituyen el segmento más dinámico de los fieles tiene que ver, sobre todo, con la imagen de la jerarquía que proyecta su relación con la Cope: la cadena de radio que tiene en la Conferencia Episcopal a su accionista mayoritario. A través de ella, la Iglesia aparece fuertemente comprometida con el periodismo amarillo y pendenciero practicado por alguna de sus estrellas. Un periodismo más atento a la España que embiste que a cualquier otra, y que ya estuvo a punto de provocar una ruptura de graves consecuencias entre el PSOE -un partido con más de nueve millones de votantes, en buena parte católicos- y la jerarquía católica. Juan José Asenjo y su nuevo equipo tendrán que elegir entre seguir haciendo como que no se enteran o romper con ese lastre.

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