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PRIMARIAS SOCIALISTAS

Almunia: "Soy un colaborador mas del candidato y futuro presidente del Gobierno

Javier Casqueiro

"¡Hay que seguir!", fue la frase que le dedicó un partidario de José Borrell a la esposa de Joaquín Almunia cuando abandonaba la sala en la que éste compareció para comentar su derrota. "Claro que sí", contestó Milagros Candela. El equipo de Almunia empezó a presionarle desde el momento en que se conoció el resultado para que siga en su puesto y lo hará hoy de nuevo en la Ejecuti va Federal. Almunia, cansado y con la voz desecha y bronca del esfuerzo, no avanzó nada anoche. Sólo aclaró: "Desde hoy soy un colaborador más del candidato y futuro presidente Pepe Borrell".

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Lo explicó al final el ex presidente de la Comunidad de Madrid Joaquín Leguina y sabía en sus propias carnes de lo que hablaba. Joaquín Almunia se tomó la derrota con serenidad y con una sensación casi de alivio por quitarse un gran peso de encima. No es que no quisiera ganar. Es que se dio cuenta de que a partir de ahora vivirá mejor. No tuvo una mala reacción ni una cara rara. Tampoco le quedaba voz, casi ni un hilo, para efectuar una breve y digna declaración institucional de 10 minutos de duración.

Arropado por varios de los pesos pesados que le han respaldado en estos 10 meses que ha pasado como secretario general del PSOE y en el mes que ha durado la campaña, entre los que se observó anoche al presidente del Gobierno de Castilla-La Mancha, José Bono; el secretario para las Relaciones con los Medios, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el secretario de Organización, Cipriá Ciscar en primera línea, Joaquín Almunia apareció cuando pasaban diez minutos de la medianoche en la sala en la que usualmente se celebran las reuniones de la Ejecutiva.

Hasta allí bajó, como pudo, entre gritos y aplausos de partidarios de los dos sectores, que a estas horas ya se habían mezclado.

Un caramelo

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Joaquín Almunia tomó la palabra y no pudo decir nada. Se le fue la voz. Su esposa, Milagros Candela, permanentemente a su espalda, le había dado unos segundos antes un caramelo para suavizársela. No sirvió de nada. Almunia se rió nervioso ante su impotencia para articular palabra alguna. Bebió agua. Nada. Imposible. La risa se le contagiaba pero no perdía en su cara cierto aire de dignidad. Por un momento le llegó la voz y Almunia pudo agradecer lo primero de todo el trabajo y los apoyos recibidos. Inmediatamente enfatizó: "El vencedor ha sido Pepe Borrell. Su triunfo es un gran triunfo y quiero felicitarle calurosa y cariñosamente. Te deseo lo mejor y te ofrezco mi colaboración para que el camino que hoy empieza acabe en La Moncloa". Los reconocimientos de Almunia al rival no acabaron ahí. "Borrell ha hecho una gran campana, es un magnífico candidato y será un estupendo presidente del Gobierno. Tendrá todos nuestros apoyos sea cual sea el sentido del voto que hayamos emitido hoy", proclamó.

Almunia se guardó algunas frases para valorar su propio esfuerzo: "Sabía el riesgo que corría [al convocar estas elecciones primarias] y estoy orgulloso de haberlo hecho".

Luego el secretario general del PSOE proclamó con solemni dad: "Hoy los socialistas estamos más unidos y cohesionados que hace un mes y somos más fuertes". Almunia ensalzó el proceso y el significado de las elecciones primarias para elegir candidato a la presidencia del Gobierno y auguró que dentro de poco los demás partidos políticos españoles tendrán también que implantarlas.

Y ahí, cuando encarrilaba con sudor sus últimas expresiones, halló fuerzas para recordar a su auditorio que España es "un país progresista pese a tener un Gobierno reaccionario", y emplazó a todos los presentes y ausentes de izquierdas a poner fin a esta situación.

Una declaración en el aire

Él no quiso revelar ayer si seguirá como secretario general, tal y como le piden miembros de la Ejecutiva del partido y del equipo de Borrell, pero dejó una declaración en el aire que vale para todas las interpretaciones: "Desde hoy soy un colaborador del candidato y futuro presidente". Terminó, respiró y tronaron los aplausos y los gritos de "Joaquín, Joaquín". Pasaban veinte minutos de la medianoche. No hubo tiempo para reaccionar, porque casi sin abandonar la tarima desde donde susurraba Almunia observó cómo se acercaba desde el fondo de la sala el triunfador.

Le dio todos los abrazos que pudo y se quedó allí para escucharle. Borrell, al final, le invitó a subir al escenario y Almunia rechazó el primer plano de los focos.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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