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Reportaje:

Un jamón un lo alto

La plaza Mayor de Chinchón vive un fin de semana aferrado a la tradición y al anís

El palo de la cucaña medía 11 metros. Estaba ayer tarde clavado en la plaza Mayor de Chinchón. En lo alto, a un metro escaso de su, punta,, un tentador jamón de bellota esperaba al guapo que lo enganchara. No era fácil, la cucaña estaba pringadita de sebo y cualquier mozo atrevido apenas conseguía trepar un par de metros en busca del trofeo. El resbalón y la culatada eran espectaculares. A pocos metros, El Perdigón disputaba a El Espartaco la final de las siete y media, un tradicional juego muy de Chinchón. Sobre una especie de pequeña rayuela dibujada con un palito en la arena de la plaza, hay que ir tirando seis monedas, sin pasar de los cuadriláteros que plantan las siete y media. Justo al lado, la mesa de los trofeos y un policía municipal vigilándolos. ¡Alarma! Cuando se va a hacer recuento y adjudicar cada copa a su merecedor, falta una. "Llevo diez minutos", dice el agente, "y todo el rato ha habido tres". "Pues tenía que haber cuatro", asegura uno de los organizadores. La copa aparece debajo de la cazadora de uno de los que habían participado en el juego sin superar una primera ronda: "Era la única forma que tenía de llevarme una", asegura, y todos ríen la gracia al bromista.

Entre chanza, bebiendo anís y vino, y anhelando un jamón en lo alto, vive Chinchón ayer y hoy un fin de semana apegado a la tradición. Los visitantes se sorprenden y maravillan al ver una plaza tan bonita y bien cuidada: los lugareños saben lo

que tienen y lo enseñan. Para eso se creó esta Cuarta Fiesta del Vino y del Anís, que ayer convocó concursos de gastronomía, degustación de caldo, vino y anís, juegos tradicionales y baile. Hoy continuará con un concurso de carros típicos en jaezados y tirados por mulas. Llevarán anís y vino, y todo aquel que se acerque podrá de gustar de todo hasta las siete de la tarde. Antes se habrá hecho la entrega de trofeos de los con cursos de ayer.

En la cucaña, los mozos se han organizado. En lugar de trepar en solitario han decidido hacer una torre para repartir luego el jamón: sobre la espalda del mozo más arriba situado trepa un mozalbete gitano. No puede descolgarlo, pero lo toca. El jurado decide adjudicarles el jamón. Los mozos sacan cuchillo y dan cuenta de él. El Chinorrii se lleva un talego y medio (1.500 pesetas) según habían pactado antes de ascender a la torre, pero con los dientes largos ve cómo se van abriendo las lonchas.

Adornada por antiguos alambiques donde se destilaba el anís, la plaza de Chinchón es la gran protagonista de esta fiesta, una iniciativa de la Agrupación Amigos de Chinchón, que impulsa el abogado madrileño Santiago Gutiérrez y Arteche. "Hemos organizado estas fíestas para promocionar el pueblo y su anís. Es una bebida que cada vez se bebe menos, y nosotros la damos gratis estos días para que los jóvenes la conozcan", afirm

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