¿Quién tomará el testigo de Haendel?

Por primera vez en 20 años no voy a participar en la maratón (no, al menos, como siempre he participado). Ni yo, ni mi familia.Jamás la corrimos (sólo uno de mis hermanos), pero siempre estuvimos allí de una manera especial. Los ganadores de la prueba no se dieron cuenta de nuestra presencia ningún año (no lo parecía, al menos). El resto de los corredores, sí.

Y llegamos a convertirnos en una tradición: una tradición bonita, y que los maratonianos nos agradecieron año tras año con gestos llenos de cariño. Una tradición, sí, que permitía a todos, absolutamente todos los participantes en la carrera, oír en el último kilómetro, a todo volumen, el Aleluya de Haendel. Doblar la esquina de Goya con Príncipe, de Vergara era saber que, seguro, la música iba a estar allí; la música, y nuestros aplausos y gritos de ánimo, siempre pobres al lado de los saludos y aplausos que los corredores nos dirigían.

Este año, en 1998, la maratón no tendrá nuestra música.

No quiero pensar que la inconsistente razón esgrimida inicialmente por el alcalde haya sido la causa (no quiero -ni puedo- pensar que los "daños" causados al parque del Retiro por los corredores sea mayor que el causado por la Feria del Libro ... ). Sí quiero pensar -y eso hago- que el cambio de recorrido sólo ha obedecido a un intento de suavizar la dureza de la maratón de Madrid.

Con ese enfoque, apoyo la decisión.

Con ese enfoque, también, me atrevo a pedir que alguien coja el testigo y se haga cargo del relevo en este apoyo incondicional a la maratón en el último kilómetro (o en cualquiera de los 42,195 kilómetros de su recorrido).-