Los socialistas, molestos con la actitud de árbitro de Chirac
La tesis que, sin mayores distingos, convierte al conjunto de la clase política francesa en responsables y víctimas de la crisis desatada por el Frente Nacional (FN) irrita al primer ministro, el. socialista Lionel Jospin, casi tanto como la acusación de que la izquierda "echa gasolina al fuego", vertida por el presidente de la República, Jacques Chirac, en su última intervención pública.Los socialistas, que a través de su primer secretario, François Hollande, acogieron inicialmente sin protestas, incluso con aquiescencia, las declaraciones del presidente, apenas disimulan ahora su malestar ante el propósito que atribuyen a Chirac de erigirse en garante de la "modernización" de la vida política.
Pese a la actitud general de reserva, cohabitación obliga, tampoco le perdonan que El Elíseo descalificara la intervención pública de Jospin en vísperas del viernes negro y que, producido el desastre, retomara solemnemente el hilo argumental republicano expuesto por el primer ministro.
En los últimos días, además de recordar que la izquierda ha ganado las elecciones regionales y cantonales, François Hollande se encarga de repetir que "es la derecha la que está en crisis, no la izquierda" y que, "sin la declaración pública de Jospin la alianza con el FN habría ido todavía mucho más lejos".
El primer ministro ha optado por el silencio, a la espera de que el presidente concluya el programa de consultas a partidos y personalidades políticas republicanas, término este último que excluye al FN. Aunque recelan de esa "gran reflexión" emprendida por el Elíseo, en la medida que sospechan que va a eclipsar el protagonismo del Gabinete que preside Jospin en los proyectos de limitación del cúmulo de mandatos y de independencia de la justicia, los socialistas acudirán puntualmente a la entrevista con el presidente con el "programa de, renovación de la vida política" elaborado en 1996.
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