Kiriyenko sigue en la cuerda floja

Tal vez Serguéi Kiriyenko se convierta dentro de unos días en jefe efectivo del Gobierno ruso, pero, de momento, Borís Yeltsin no le quiere mostrar en público un respaldo que le daría la moral que no debe sobrarle mientras prepara un programa y un equipo. Ayer, cuando le preguntaron si Kiriyenko será confirmado, el líder del Kremlin se limitó a contestar enigmáticamente: "Puede que sí, puede que no".Incluso caminando sobre el alambre, el ex titular de Energía, de 35 años, prosigue incansable sus contactos con los líderes políticos, sin desanimarse por rechazos como el del presidente de la Duma, el comunista Guennadi Selezniov, que le reprocha su falta de experiencia.

Ayer, Kiriyenko se reunió con los miembros de un Gobierno que, como él, llevan la incómoda etiqueta de interinos. Esta mañana, Yeltsin irá a la Casa Blanca (sede del Ejecutivo) y recibirá las propuestas de Kiriyenko sobre las tareas prioritarias para sacar a Rusia del hoyo. Una de las medidas para que cuadren las cuentas será dolorosa: 200.000 empleados estatales quedarán en el paro. No sería de extrañar que Yeltsin aprovechase la ocasión para confirmarle a Kiriyenko como su candidato a primer ministro.

El visto bueno de Yeltsin no basta. Tendrá que completarse con el de una Duma (Cámara baja del Parlamento), dominada por la oposición comunista y nacionalista y que, si no cambian mucho las cosas, no se lo va a poner fácil a Kiriyenko. Entre las numerosas y a veces disparatadas hipótesis que circulan estos días, causadas porque nadie acaba de entender el fin último de la jugada de Yeltsin, figura un escenario que pasa por que, tras dos rechazos en la Duma al joven candidato, Yeltsin presente en la tercera y definitiva votación nada menos que al viceprimer ministro Borís Nemtsov, extremadamente impopular en la Cámara. Los diputados tendrían que elegir entonces entre lo malo y lo peor: o tragarse el sapo o ver cómo el presidente los manda a casa y convoca nuevas elecciones.