'Okupas'
Hay viviendas abandonadas; hay personas sin vivienda. Veo en mis alrededores familias acampadas, con niños y perros: viven de limosna. No ocupan casas: no tienen fuerza ni ánimo. Son mayores. Los que dan la patada a la puerta son más chicos: los okupas, que han tomado una k de rebeldía, aunque en nuestro idioma es una letra normal. Quizá por una solidaridad con los vascos: qué pena que la única revolución del país esté tan equivocada, sea pequeñonacionalista y racista y sórdida (por cómo mata: sin ninguna aureola, a pobre gente, con pocos riesgos). Los okupas forman pequeños movimientos urbanos: en los periódicos bienpensantes se les achacan tramas con delincuencias generales. Y con sexo y droga: la maldad es sólo una y extensa. Preferiblemente, roja. 0 roja y negra. El okupa casi delinque contra la propiedad: casi, porque no la roba, sino que la utiliza. Y, además, en su moderación, sólo busca lo que está claramente abandonado, ruinoso, sucio; trata de mejorarlo. Es igual, la propiedad es lo que es, y jamás en España se ha conocido un régimen que la limite, la discuta o la juzgue, o que considere que su acumulación es sospechosa, o que hay que redistribuirla. Estos sucesivos regímenes han producido cuerpos armados y adiestrados especialmente para defender la propiedad: el carácter de "benerriérito" del cuerpo de la Guardia Civil viene de su celo en ello. Se han producido, adquirido y ensayado diversas armas para esta lucha pequeña y fácil, se han adiestrado hombres "antidisturbios". Nadie les va a pedir que sean blandos, sonrientes o convincentes: faltarían a su deber y a su finalidad. Samuráis, medievales, llevan casco, lanza, escudo; el mismo día en que actuaron contra los okupas de la plaza del Dos de Mayo, de Madrid, mandaron recoger por la mañana todas las botellas, piedras o latas que pudieran servir de arma defensiva a los heterodoxos de la propiedad. Fueron, les apalearon concienzudamente. Se detuvo a una buena muestra, se les acusó de incendiarios, ladrones y agresores. En la comisaría les metieron en los correspondientes calabozos, y les han tenido el tiempo máximo que permite la ley para pasarles al juez. No han perdonado ni una hora. El juez les pondrá en libertad, probablemente, o hará acusaciones menores. Pero el rito de defensa de la propiedad, aunque sea inútil, rota, abandonada, se ha cumplido. El derecho. constitucional a una vivienda es una aspiración: nadie debe creer en él si no tiene dinero.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.