Seis petardos, seis
Celebra Castellón sus fiestas de la Magdalena que conmemoran la fundación de la ciudad. Como en casi todas las ciudades de la Comunidad Valenciana la pólvora está presente diariamente en sus calles repletas de collas, comisiones de gaiatas y un público alegre que lo llena todo y viven intensamente su semana grande. Ayer también hubo petardos en el ruedo. Seis regalos de Guadalest sin ninguna transmisión y con la poca codicia de los toros descastados. Nos dijo su gerente que pertenecían a seis sementales distintos, esperemos que tomara nota. Sin toros la excusa estaba servida para que al menos sus matadores estuvieran voluntariosos. Por aquello de taparse. Ni eso. Sin sitio y sin que los animales diesen tampoco muchas opciones la corrida fue toda un, gran bostezo. Espectador hubo que cuando iba a salir el quinto y ya aguantó mucho en ese instante se desmayó, víctima del tostón. Tanto que un público animoso y siempre dispuesto a pedir trofeos ayer pitó a todo bicho viviente, mostrando también su malestar. Si sonaba la música, había división. Sí unos pocos espectadores pedían "por pedir" un trofeo, sonaban los pitos. Así hasta el final. Por no haber no hubo ni una mísera oreja que tuviera que entregar el alguacilillo. Vamos, toda una tarde de decepciones.La primera porque los toros de Guadalest triunfaron en la corrida de Beneficencia el año pasado aquí y hoy se esperaba un encierro como aquél. Otra porque el cartel era de lujo, pero ni César Rincón ni Rivera Ordóñez ni José Tomás pudieron sacar nada en limpio. Tampoco es que estuvieran arrolladores y con el ánimo dispuesto. Claro que unos lo estuvieron más que otros porque al menos el joven de Galapagar se fajó con los dos marmolillos que le tocaron en suerte.
Guadalest /Rincón, Rivera, Tomás
Toros de Guadalest, descastados y nula movilidad.César Rincón: ovación y silencio. Rivera Ordóñez: ovación y división. José Tomás: ovación y ovación. El público abroncó a la presidencia en señal de descontento al finalizar el festejo. Plaza de Castellón. 7º de Feria. 21 de marzo. Lleno.
Al menos matando se lucieron los tres espadas. Fue la tarde de las estocadas, esas que tanto echan de menos las figuras cuando en otras ocasiones les valdrían para rematar grandes faenas que se malogran después con los aceros. A ver: cuando hay toros no hay toreros y a veces, como ayer, ni una cosa ni la otra. Por ello este público paciente acabó tirando cuanto pillaba al albero y montando una monumental bronca. Sólo faltaron los petardos, pero esos ya estaban hechos casi filetes en el desolladero.
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