Paso en falso
No puede decirse que lo sucedido con el "plan de paz" de Ardanza constituya un episodio glorioso de la política vasca. Aun cuando queden en pie algunas cosas. Así, el consenso sobre la necesidad de que cualquier tipo de relación negociadora con el mundo radical vaya precedido de un cese del terrorismo de ETA, por lo menos. El respeto mostrado por los discrepantes con la propuesta hasta la reunión de la Mesa de Ajuria Enea. La propia idea de que hace falta poner sobre el tapete el contenido político de la iniciativa, sin reservas. ni limitaciones. En este sentido, ha tenido lugar una importante clarificación.Los perfiles ahora descubiertos no abren, sin embargo, un cauce para el optimismo. Difícilmente puede franquearse la divisoria entre quienes rechazan toda solución que invalida el actual marco normativo, integrado por la Constitución y el Estatuto, por muchas protestas que se hagan de simpatía hacia los mismos, y un PNV que ve como única solución hacer la entrega de calidad de aquél a ETA-HB, a modo de "incentivo" para que los radicales emprendan el camino de la paz. De forma muy cruda, lo explicaba un dibujo humorístico en Deia, el órgano oficioso del PNV, el pasado domingo. En el ruedo de una plaza de toros, símbolo de España, una tierna ovejita de nombre Paz causa espanto en dos toreros, obviamente españoles o españolistas, refugiados tras un burladero de nombre Constitución. Igual que en los tiempos de la vía Elkarri: el agujero de la adicional primera servía para vaciar el recipiente constitucional. Nada que objetar a tan elocuentes ilustraciones.
En resumen, el PNV está dispuesto a seguir ejerciendo la gestión de los asuntos vascos, sirviéndose de un Estatuto que existe por la Constitución, pero apunta a un futuro donde ambos queden pronto superados. En nombre de la paz, pero sin dudas también por sus preferencias. Al no precisar el contenido de dicha superación, todos los temores son lícitos, y entonces es difícil que encuentre otro acompañante que EA (y la "leninista" IU) para esa política. Balance: en vez de refozar el frente de paz, ahondamos la fosa entre nacionalistas (bastante sabinianos ellos, sobre todo cuando escriben desde el "zoco" de Madrid o insultan al modo de Le Pen al Foro Ermua) y no nacionalistas.
De ahí las asimetrías y los enmascaramientos observables en un texto tan medido como el de Ardanza. Habla una y otra vez de "diálogo", pero lo que propone no es intercambio de opiniones, sino una negociación en toda regla, con compromisos tan concretos como la tregua de ETA o la delegación por parte de Estado de su capacidad de decisión en los partidos vascos. La actitud de HB sería de "disidencia", término con connotación favorable pues sugiere discrepar de un sistema no democrático (así, disidencia en la URSS), lo que no es el caso. Por fin, el "sistema constitucional y estatutario" es, para Ardanza, democrático, cosa lógica pues de otra forma él sería un tirano. Pero su propuesta resulta inequívoca: para que ETA cambie, hay que "incidir" en dicho sistema. La forma es suave, pero el contenido menos, pues "incidir" supone literalmente chocar algo con una cosa contra la cual ese algo va dirigido. La interpretación de la Constitución no es cuestión propia de "una voluntad política decidida", y menos si es para "incidir" en ella, sino de rigor interpretativo. A partir de ahí, deberían estar las propuestas, no la sombra de una cordial ruptura con el orden constituido que evidentemente satisfaría de entrada a ETA y a HB.
Otro tanto sucede con las asimetrías. Aun admitiendo que el papel de lehendakari deba ser equidistante, no hay relación entre lo que se exigía de unos y otros. A cambio de una tregua, el Gobierno se comprometería a asumir los acuerdos procedentes del ámbito vasco de decisión y a poner sobre el tablero Constitución y Estatuto. Es como si de la Mesa de paz para el Ulster se excluyese de entrada a Tony Blair y a cualquier presencia británica. Y la autodeterminación posible sería de sentido único, pues de otro modo el joan mendira, el irse al monte de ETA, se repetiría. Defectos fundamentales que quizás podrán superarse en otros planes. No basta con las itzak ederrak, con las palabras hermosas, para lograr algo mejor.
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