Sin miedos, rencores, ni recelos
Han pasado ya más de veinte años desde que nuestro país recuperara la libertad y la democracia, y parecía que nuestras tradicionales tendencias oscurantistas quedaban atrás, dejando paso al progreso de nuestra sociedad y al desarrollo de nuestro propio ser individual.Sin embargo, desde hace algún tiempo, las facetas más negativas de nuestro ser han resurgido una vez más y amenazan con envolvernos en una espiral destructiva que perjudicará a todo el mundo y no reportará beneficios a nadie. El espíritu cainita vuelve a imperar entre nosotros, esparcido por políticos de todo signo (de derechas o de izquierdas, nacionales o nacionalistas), por grupos enfrentados de la comunicación, por líderes de opinión, por dirigentes de clubes de fútbol, etcétera, que se dedican un día sí y otro también a emponzoñar a la población, a sembrar discordia y enfrentamientos con sus críticas destructivas, a desollar vivo a todo el que tiene la osadía de pensar o ser diferente, a juzgar impunemente y de manera inapelable cualquier comportamiento, permitiéndose enarbolar sin ningún pudor, con hipocresía y egocentrismo, la bandera de la defensa de la patria, la libertad o la democracia.
En realidad, a ninguno de ellos le preocupa ni la patria, ni la libertad, ni la democracia, ni mucho menos el progreso de la sociedad ni la libertad de la gente que le rodea; sólo les importa defender a toda costa, con los recursos que sean necesarios, su propio interés, su propia verdad, su propio ego. Durante siglos, las jerarquías religiosas y políticas inyectaron en el alma de los españoles la visión dramática y tenebrosa de la vida, basada en miedos y prejuicios, que nos impulsaba inconscientemente a la búsqueda del mal en los demás, al juicio y castigo de las conductas impropias, a la defensa de los valores eternos.Quizá la situación actual sea la misma que en otras épocas, sólo que con un supuesto traje democrático. Pero, en cualquier caso, es hora de que los ciudadanos de a pie, que somos los que la sufrimos y padecemos día tras día, digamos basta a tanta crítica, a tanta manipulación, a tanta actitud destructiva. Queremos vivir en paz y tranquilidad, en una sociedad abierta, positiva, sana, alegre, donde se pueda dialogar, compartir, intercambiar y disfrutar sin miedos, rencores ni recelos.- .
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