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Telefónica aprueba la división de la empresa en cuatro filiales, pese a la protesta sindical

Los sindicatos le aguaron ayer la fiesta a Juan Villalonga, presidente de Telefónica. La junta de accionistas fue la más corta en la historia de la primer empresa del país. Duró 12 minutos. El presidente no pudo leer su discurso, que hacía hincapié en la revalorización de las acciones durante 1997 (más de un 44%) y ensalzaba los acuerdos con WorldCom y MCI. No hubo turno de ruegos y preguntas y el acto quedó reducido a la acelerada lectura y aprobación, entre abucheos, pitidos y bombas fétidas de un piquete de sindicalistas, de los puntos en el orden del día. Entre ellos, la reordenación del grupo en cuatro filiales, contra la que protestaban los sindicatos dentro y fuera de la sala, y una ampliación de capital de 58.716 millones.

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Unos 5.000 trabajadores y delegados sindicales de Telefónica, según los organizadores (1.200 según la policía), se habían concentrado desde primera hora de la mañana ante el Palacio de Congresos de Madrid, donde se celebró la junta, para expresar su rechazo al punto cinco del orden del día. Se trata del referido a la reorganización del grupo (que pasa a llamarse Telefónica, SA) como un consorcio con cuatro filiales (Telefónica de España, Telefónica Móviles, Telefónica Internacional y Telefónica Media). Para los sindicatos, la "segregación" facilitará la eliminación de entre 20.000 y 25.000 empleos.La protesta, apoyada por una jornada de huelga en la empresa, estaba convocada por Unión General de Trabajadores (UGT), Confederación General del Trabajo (CGT) y Unión Telefónica Sindical (UTS), respaldada por el comité intercentros, aunque sin el apoyo de CC OO. El 51% de la plantilla secundó el paro, según UGT; un 28%, según la empresa.

A las 12 del mediodía, hora de inicio de la junta, los trabajadores se agolpaban ante la puerta principal del palacio y la policía nacional, que cargó antes y después de la junta, impedía el acceso a todo el que lo intentara. Con todo, en el interior se encontraban ya numerosos empleados -gracias a su condición de accionistas de la empresa-, provistos de pitos, algunos petardos y bombas fétidas.

La entrada del consejo de administración a la sala donde se celebró la junta fue recibida con un abucheo ensordecedor, que no cesó hasta que se dio por terminada la asamblea, 12 minutos más tarde. Villalonga dio la bienvenida a los accionistas a voz en grito y pidió al secretario del consejo, José María Mas Millet, que es también presidente de Antena 3, que comprobara si se alcanzaba el quorum. Millet señaló que estaba representado el 51,48% de las acciones y, a continuación, leyó los puntos del orden del día. Los abucheos arreciaron al llegar al punto quinto, pero como todos los demás se dio por aprobado.

La junta aprobó también ampliar el número de consejeros de 18 a 20 para dar entrada, "por cinco años", a Miguel Horta e Costa, vicepresidente de Portugal Telecom, que tiene un 1,5% de Telefónica, y Bert Roberts, de MCI, los nuevos aliados de la española junto a WorldCom.

Además, se aprobó una ampliación de capital de 58.716 millones de pesetas, mediante la emisión de 117,4 millones de acciones en las condiciones que fije el consejo de administración. También se aprobaron las cuentas de 1997, con beneficios de 190.063 millones. Telefónica repartirá un dividendo con cargo a 1997 de 62 pesetas a partir del 18 de mayo, [La acción de Telefónica subió ayer en Bolsa 50 pesetas, un 0,80%, y cerró la sesión a 6.320].

UGT anunció que impugnará la junta y sus acuerdos. Villalonga restó importancia a los incidentes. Recordó que ya se habían producido en 1992 y 1995, cuando era presidente Cándido Velázquez, y aseguró que había estudiado en vídeo aquellos acontecimientos para prepararse. "No van a empanar un ejercicio espectacular", dijo, y aseguró que no va a echar a nadie del grupo, aunque continuará la política de bajas voluntarias.

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