Papá Suharto adora a sus niños
El presidente de Indonesia ha concedido a sus seis hijos favores que les han permitido acumular más de 3,5 billones de pesetas
ENVIADO ESPECIAL, Todos los padres aman y agasajan a sus hijos. Pero sólo Suharto, el supremo de Indonesia, puede poner en manos de sus vástagos máquinas de hacer millones, miles de millones. Y es que el presidente del cuarto país más poblado del mundo, que ha recibido esta semana por aclamación parlamentaria un séptimo mandato de cinco años, se desvive por sus hijos: seis, tres mujeres y tres varones, que gozan de privilegios, monopolios e inversiones de favor vedadas al resto de los indonesios. "Sólo se preocupa de la familia", comenta una prominente figura indonesia.
"¿Dónde dice el Corán que uno no debe favorecer a la familia?", pregunta Suharto, que defiende a capa y espada las actuaciones de sus vástagos, convencido de que lo que han conseguido -y tienen de todo- lo han logrado por méritos propios y no por su parentesco con quien lleva 30 años al timón de Indonesia, un enorme y desvertebrado país de 17.000 islas, ingentes recursos naturales y descomunal potencial de desarrollo a caballo del ecuador, en el sureste de Asia.
El martes pasado, una mujer menuda, vestida con sedas de color pastel y, como musulmana devota, la cabeza cubierta con un velo de tonos rosados, fue avasalladoramente rodeada por un enjambre de periodistas a la salida de la Asamblea Consultiva Popular que acababa de proclamar presidente a Suharto, de 76 años. "La familia le apoya totalmente", dejó caer la fina y acosada voz. Esperamos que Dios haya decidido lo mejor. Padre ya había dicho que no sólo está dispuesto a sacrificar su patrimonio, sino su cuerpo y su alma por el país". La que hablaba era Siti Hardiyanti Rukmana, más conocida como Tutut, la primogénita de Suharto.
Unos pasos detrás, Bambang Trihatmodjo, el tercero de los hermanos, protagonizaba idéntica escena. Musitaba las palabras, pero luego se pudo saber que agradecía la renovada confianza del Parlamento, controlado en su 90% por el reelecto patriarca. "Pedimos el apoyo y la bendición de todos para ayudar a padre en los próximos cinco años, que van a ser muy duros". Van a ser muy duros para 200 millones de indonesios y muy duros, de una forma especial, para ellos dos y para Tommy, el menor de los varones y más conflictivo personaje de la familia. Los otros tres hermanos, Sigit, el segundo; Titiek, la cuarta, y Mamiek, la sexta, son menos prominentes, como también lo son sus fortunas.
Bambang, de 45 años; Tutut, de 49; Tommy, de 36, y los demás, se juegan mucho en el próximo lustro presidencial. El padre ha sido extraordinariamente generoso con ellos: quien vive en Indonesia puede pasarse el día y la noche engordando la bolsa de la familia. Desde que entra por el aeropuerto construido por Bambang, cada paso que da o decisión que toma tintinea en los oídos de la familia: el taxi, la autopista, los anuncios, el hotel, la televisión, el tabaco, el agua de la botella, el banco en que compra las exhaustas rupias, las llamadas telefónicas... hasta los preservativos tienen que ver con uno u otro de los monopolios y empresas protegidas de la primera familia de Indonesia, una situación que se estima había proporcionado antes de la presente crisis económica a la dinastía Suharto entre 22.350 y 40.000 millones de dólares (entre 3,3 billones y 6 billones de pesetas), una de las mayores fortunas del mundo. La revista Forbes le atribuyó sólo al presidente 16.000 millones de dólares.
En Indonesia es imposible hacer un negocio grande sin que aparezca por algún lado la familia presidencial. "Sin ellos no hay proyecto posible. Así de sencillo", en palabras de un ejecutivo de una firma con grandes inversiones en el país. Grandes rnultinacionales de Europa, Estados Unidos y Asia han tenido que pasar por el aro. Lucent Technologies, Hughes, Sumitomo, British Petroleum, Deutsch Telelcom, Siemens, Westinghouse, Rolls-Royce, Hyundai, Motorola, Nestlé... tienen como socios y valedores a uno u otro de los seis hijos de Suharto. "No hay empresas españolas relacionadas con la familia porque no tienen negocios grandes", señala una fuente conocedora de los vínculos entre ambos países.
España e Indonesia mantienen una relación comercial que el año pasado fue deficitaria en unos 100.000 millones de pesetas para España, cuyo mayor proyecto es la construcción de 31 barcos pesqueros en un astillero de las Célebes. Ese proyecto estará terminado este año. El otro ambicioso plan de cooperación, la fabricación de aviones de transporte y pasajeros de tipo medio con CASA, ha terminado como el rosario de la aurora.
Da una idea de cómo se ha creado el imperio de los Suharto la concesión en 1994 a Bambang y a su holding Bimantara de una licencia gratuita para compartir el monopolio de la telefónica local en el servicio de llamadas internacionales. Bambang sacó al mercado un 25% de Satelindo, la filial telefónica de Bimantara, y Deutsch Telekom pagó por esa fracción 600 millones de dólares. Así que, de la chistera del Estado, Bambang obtuvo graciosamente un conejo valorado en 2.400 millones de dólares. Algunos hermanos tienen participaciones cruzadas en las empresas de los otros, pero también compiten entre sí. Los intereses de Bambang y los del consorcio Hunpuss, que encabeza Tommy, chocan en el sector automovilístico.
Tommy tiene mucho de garbanzo negro de la familia. Es un frívolo y, según las fuentes, el hermano que más ostentación hace ante socios actuales y potenciales del tiempo que pasa junto a su todopoderoso padre. Tommy se pierde por los coches: es el accionista mayoritario en Lamborghini, y cuando el Mundial de rallies cubre su etapa indonesla intenta disputar la victoria a los Carlos Sáinz, Juha Kankunnen, Colin McRae y compañía. Así que es natural que él consiguiera el favor de su padre de construir el llamado "coche nacional", el Timor, un turismo semejante al Ford Escort.
El coche iba a tener un 60% de componente indonesio, pero, como resultó imposible, Tommy logró permiso para que Kia fabricara el vehículo en Corea y luego se importaran 39.000 unidades exentas de impuestos, lo que permite comercializarlo a mitad de precio que la competencia. El coche no es popular y ha sido necesario que el Gobierno lo impusiera como coche oficial para sacar adelante el proyecto. Bambang, mientras tanto, se aliaba con Hyundal para fabricar otro modelo ligeramente mayor, aunque sin los privilegios fiscales de que goza su hermano, pese a lo cual se le augura un mejor futuro. Al contrario que Tommy, Bambang tiene imagen de empresario capaz que rige su grupo con criterios profesionales y gestores muy cualificados.
En Yakarta hay muchas personas que muestran indignación por el modo en que la familia presidencial -"los hijos", como es etiquetado el grupo- ha adquirido su fabulosa riqueza. El presidente sabe de estas críticas y de las acusaciones de corrupción.
A Suharto no se le pasa por la cabeza que los hijos hagan negocios por razones distintas a las estrictamente profesionales, y su fe en ellos como empresarios es tal que economistas y analistas políticos aseguran que sigue su consejo a la hora de tomar decisiones de política económica o realizar nombramientos. Tutut se indigna con estas tesis: "La gente puede decir lo que quiera, pero esas cuestiones corresponden sólo al presidente".
La primogénita ya es ministra
Indonesia y la familia Suharto viven momentos de incertidumbre política. Este archipiélago malayo es un país que desde que proclamó su independencia, en 1945, sólo ha tenido dos presidentes, Sukarno, hasta 1968, y Suharto, desde entonces, con un sistema político cerrado y autoritario que ahoga toda disidencia. Hay algunas figuras menores críticas, pero ninguna aparece ahora con la fuerza suficiente como para catalizar el malestar provocado por la crisis económica. En este paisaje, el presidente tiene el empeño de promocionar políticamente a su hija mayor, Tutut, a la que ha hecho ministra. En el Ejército, la única potencial alternativa seria de poder, Suharto ha colocado a su yerno, el general Prabowo Subianto, marido de Titiek, la cuarta de sus vástagos, al frente de las fuerzas especiales de Kopassus, una unidad de élite de 3.000 hombres. "En Indonesia todo es posible", responde un analista a la pregunta de si, además de una dinastía económica, Indonesia puede llegar a tener una dinastía política. "Todo depende de cómo se resuelva la crisis. Si se sale con bien, podría llegar la hora de Tutut". La recién nombrada ministra de Asuntos Sociales es también vicepresidenta del Golkar, el partido hegemónico de Indonesia, del que su hermano Bambang es tesorero. Ya hace cinco años, tras la anterior reelección de Suharto, se especuló con la entrada de Tutut en el Gobierno, con la misma cartera que ahora ha recibido. Tutut dijo entonces que era imposible que sirviera como ministra en un Gabinete encabezado por su padre. Ayer no explicó por qué ya no es imposible. A Tutut se le atribuye un agudo instinto político. Siempre aparece con la cabeza cubierta con un velo y alude constantemente a la voluntad de Dios, mensajes de gran efecto en el primer país musulmán del mundo, con 175 millones de fieles. Con la depreciación de la rupia, sus negocios atraviesan malos momentos. Steady Safe, una compañía de transporte urbano y taxis de Yalcarta que ella preside, provocó hace unos meses la quiebra de Peregrine, uno de los más agresivos bancos de Asia. Como afirma un europeo conocedor de la situación, "hay muchas compañías que aplican el principio de que están haciendo negocio con la familia real y dicen que no van a tener la mala educación de pedir garantías".
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