Suharto inicia su séptimo mandato en Indonesia
El presidente Suharto fue reelegido ayer por aclamación para un séptimo mandato de cinco años por la Asamblea Consultiva Popular (MPR) de Indonesia, un cuerpo legislativo de mil miembros, el 90% de los cuales son elegidos directa o indirectamente por el propio presidente, mientras el 10% restante debe adatar los principios ideológicos del régimen. Suharto, de 76 años, prestará hoy juramento y pronunciará un discurso de aceptación en el que se espera defina su política para salvar al país de una crisis económica que tiene a Indonesia al borde del estallido.
ENVIADO ESPECIAL
Poco después de la proclamación del presidente (que terminará su mandato en el año 2003, a la edad de 81 años), trascendió que la próxima semana viajará a Washington una alta delegación indonesia para discutir la situación económica que atraviesa el país con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La receta par a salir de la crisis dada por este organismo internacional ataca directamente a los intereses de Suharto y de su familia. De ahí las discrepancias que ahora se tratarán de resolver. De ello depende un macro crédito internacional por valor de 43.000 millones de dólares (más de seis billones de pesetas).La elección de Suharto es un ritual que se cumplió ayer con toda suavidad. Desde la presidencia de la Cámara se anunció que Suharto aceptaba concurrir, lo que provocó la primera salva de aplausos. Luego se preguntó a los reunidos si estaban de acuerdo en que Suharto siguiera siendo presidente, momento en el que todos se levantaron y respondieron: "Sí", mientras aplaudían. Acto seguido se comunicó que Suharto ya era de nuevo presidente. Más aplausos. Finalmente, se leyó una carta de aceptación enviada por el candidato único, que fue recibida con una nueva salva. Todo el proceso duró poco más de 20 minutos.
Los parlamentarios, entre los cuales estaban los seis hijos del reelecto presidente, salieron eufóricos. "Dejamos este edifico con ánimo de lucha", dijo Joop Ave, ministro de Turismo, Correos y Telecomunicaciones. "Lo más difícil es el desafío económico y financiero que tenemos por delante. Tendrá implicaciones sociales. Pero estamos preparados para luchar y vencer". Según el ministro, "Suharto es el hombre que el país necesita y por eso el pueblo lo ha proclamado presidente". Ave, como la práctica totalidad de los parlamentarios, cree que el FMI está presionando más de lo tolerable a Indonesia. "Ha llegado el momento de sentarse tranquilamente y discutir con la cabeza fría".
Indonesia está asfixiada por una deuda externa de unos 135.000 millones de dólares y unas reservas de sólo 10.000 millones, y por primera vez se ve en la tesitura de no cumplir plazos de pago. La rupia se ha devaluado un 75% con respecto al dólar en medio año y no hay créditos para las empresas indonesias. La mayoría está en quiebra técnica y muchas otras han cerrado. Millones de personas han ido al paro, que en Indonesia no tiene subsidio, y las que conservan el trabajo tienen que hacer frente a una inflación disparada.
Para colmo de males, la sequía del año pasado, la peor en medio siglo, impide que los trabajadores despedidos puedan volver a sus pueblos, donde no hay alimentos suficientes. Tras lustros de autosuficiencia, el Gobierno ha tenido que realizar importaciones de emergencia de arroz para evitar la hambruna.
Temor a un incidente
Suharto pactó en enero con el FMI un drástico plan de reforma de la economía nacional a cambio de 43.000 millones de dólares, pero su resistencia a cumplir su parte ha llevado al Fondo a retrasar hasta el próximo mes una segunda entrega de 3.000 millones que debería librar el próximo domingo. Y el 1 de abril van a subir los precios de la gasolina, la electricidad y los alimentos. "La situación es muy volátil y el más nimio incidente puede hacer que todo salte por los aires", dice un analista occidental.En la calle no se detecta tensión. Quizá por la disuasoria presencia de policías y soldados. Sólo los estudiantes de las universidades protestan casi diariamente en todo el país para pedir la renuncia de Suharto. Ayer, sin embargo, los de la Universidad de Indonesia, un centro público en las afueras, no tenían prevista ninguna concentración. "Suharto tiene que marcharse. Es cierto que ha traído desarrollo al país, pero no ha traído justicia social. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres tienen cada vez menos", decía un estudiante de Criminología. "Si no hay cambio, habrá caos".
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