El detenido por el crimen fue el primer niño negro que cantó un sorteo de lotería
A Rufino José Sipoto Pasealo, de 24 años, el hombre detenido por asesinar al taxista Amador Suárez, le ha cambiado la suerte en una década. El supuesto homicida repartió ilusión hace doce años: era el primer niño negro que participaba en un sorteo de la Lotería de Navidad. Rufino extrajo del bombo los premios millonarios en los años 1988 y 1989.
En su primer encuentro con la fortuna repartió miles de millones de pesetas. Sacó la bola con el premio gordo de 1988: 250 millones de pesetas, y su compañero Mario, el número 21.583. A los pocos días era el chico más popular del barrio de Ciudad Lineal. Pepito le llamaban.
Rufino José llegó a Madrid con ocho años. Acababa de quedarse huérfano. Abandonó Guinea con sus dos hermanas en 1981. Primero residió en Alcorcón con la primogénita, según explicaban ayer sus vecinos. Luego se trasladó a Ciudad Lineal para vivir con su hermana Mercedes, limpiadora en el mercado de Ventas. Gracias a la insistencia de su hermana entró en el colegio de San Ildefonso. En el colegio le recordaban ayer sus educadores como un niño ejemplar. El director, Esperato Fernández, confirmó anoche, con pesar, que Rufino pasó por allí: "Sí, estuvo aquí, fue el primer niño negro ante los bombos, no tuvimos con él ningún problema".
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Mala pinta
La hermana le echó de casa "porque hacía cosas malas"
Rufino José se había transformado en una persona detestable. Ya no era un chico popular. "Su pinta era mala, daba la sensación de bruto, vestía de forma estrafalaria y sospechábamos que se dedicaba a cosas malas", apuntó un vecino. Sin embargo, nadie le recuerda por un mal gesto o un acto violento. "Aquí nunca ha hecho nada malo ni ha pegado a nadie, ni se ha portado como un delincuente, aunque últimamente pensábamos que se podía meter en líos".Su hermana Mercedes, casada y con tres hijos, dijo ayer que Rufino ya no vivía en su casa: "Por aquí ya casi no venía", explicó. "Últimamente hacía cosas un poco malas y no le queríamos". Mercedes se enteró ayer por la mañana de que su hermano era el presunto autor de la muerte del taxista. "Sabemos muy poco por ahora".
La implicación de Rufino, aquel chico entrañable que cantó la lotería, en el asesinato del taxista, corrió ayer de boca en boca por el barrio. "Su hermana y su familia son gente maravillosa, que quede claro. A él, la verdad, no le iban bien las cosas últimamente, aunque nadie podía pensar que acabase así".
Otros, en cambio, esperaban un desenlace trágico. "No iba con buena gente y, encima, otros le buscaban. No iba bien la cosa", señaló Ernesto, un joven de 24 años que conocía sus últimas andanzas: "Era un poco chulito y se metía en demasiadas peleas; cada vez era más poderoso y nadie le paraba los pies".
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