_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mutación

Juan José Millás

Según un estudio publicado el domingo pasado por este suplemento, los pisos de Madrid son un 20% más pequeños ahora que en 1991. Es normal que todo se reduzca, desde la cantidad de semen a la capacidad craneal, puesto que estamos en una época de implosión, pero la velocidad a la que desaparece la vivienda resulta excesiva. La muela del juicio, por ejemplo, ha tardado millones de años en esfumarse porque la mandíbula se ha ido haciendo canija poco a poco, al ritmo de una mutación normal, darwiniana. Lo de las viviendas no hay quien lo aguante.Pero nos consuela pensar que las personas se habrán comprimido también, para no crear desproporciones. Seguramente contamos con un alcalde un 20% más pequeño que el de hace siete años y con un Ruiz-Gallardón algo encogido para no destacar. Todos tenemos que hacer el esfuerzo de contraernos un poco porque, en caso contrario, no cabríamos en los pisos ni en los cerebros, que tienden a reducirse también en el interior de unas cajas craneales cada vez más estrechas. De seguir las cosas a este ritmo, en 20 anos mas viviremos en casas de muñecas y tendremos el tamaño de la Nancy. A mí eso me hace ilusión. Siempre que paso frente a un escaparate de casas de muñecas, me detengo a observar la existencia de sus diminutos habitantes. Por lo general, viven en habitaciones muy limpias donde reina la armonía y cada uno hace lo que se espera de él. El abuelo, por ejemplo, está en una butaca de orejas leyendo el periódico (la sección de contactos, sin duda). ¿Qué otra cosa podría hacer un abuelo de ese tamaño? Además, he observado que todo el tiempo tiene el mismo diario entre las manos, y es que en situaciones de empequeñecimiento global la prensa sólo sale una vez al año, así que casi no hay crispación o es siempre la misma y saben cómo controlarla.

Otra de las ventajas de las casas de muñecas es que no existe la televisión, ignoramos si porque no ha llegado o porque ha desaparecido, como la muela del juicio, así que hay más tiempo para leer novelas. Y los niños juegan en hermosas habitaciones llenas de artefactos diminutos, y en la cocina siempre hay una abuelita sacando pastas del horno. En las casas de juguete, en fin, no hay pobres y los perros son del tamaño de un gorrión, de forma que los gorriones tendrán el tamaño de un piojo. Personalmente, prefiero que me salgan gorriones a que me salgan piojos. Todo son ventajas.

Y en un mundo así, las calles serían muy pequeñitas también, en proporción con las casas, claro está, de forma que los guardias parecerían soldaditos de plomo y pondrían unas multas de nada: unos céntimos para no perder la costumbre de ser castigados. Lo que no quiero ni imaginarme son las relaciones sexuales en el interior de esos espacios llenos de cretonas y muebles de estilo. Ya veremos. Pero hay algo mejor: nos saciaríamos con nada porque tendríamos un estómago ridículo. Con una manzana comerían tres familias y con un mucolítico del tamaño de los actuales se curaría el catarro toda la población. Así que bastaría con un medicamentacito, en lugar del actual medicamentazo que tanto daño le hace al PP.

Y todo esto está ahí, a la vuelta de la esquina, de seguir reduciéndose los pisos al ritmo seguido desde el 91. Claro que toda mutación es compleja y cuando desaparecen unas cosas aparecen otras. Por ejemplo, la mayoría de las viviendas actuales tiene un garaje opcional. De eso debería aprender el cuerpo. ¿Por qué es obligatorio el hígado? Si uno no piensa beber, para qué quiere una glándula tan repugnante.

-Ah, no. Si quiere usted un cuerpo, tiene que llevarse el hígado.

-Oiga, pero eso es como obligarme, aunque no tenga coche, a adquirir plaza de garaje cuando compro el piso.

Total, que la plaza de garaje viene a ser como una víscera del piso. De hecho cuesta un riñón, según se desprende del informe citado, que al principio parece un estudio técnico y tal, aunque cuando lo lees con atención te das cuenta de que se trata de un estudio forense, porque al hablar de las casas, inevitablemente, habla de nosotros. Y la conclusión principal es que somos un 20%, menos que hace siete años. Nos estamos quedando en nada.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_