El jurado considera culpable al acusado del doble crimen de Santa Ana

Un jurado popular, formado por cinco hombres y cuatro mujeres, declaró ayer culpable a Alfredo Hernando del doble crimen perpetrado en el bar Santa Ana, en 1996. El veredicto popular sostiene que el acusado mató con un cuchillo jamonero "de forma consciente y voluntaria" al propietario y a una clienta de este establecimiento en el que entró a robar.Por estos dos homicidios, juzgados en la Audiencia Provincial de Madrid, el fiscal pide para Hernando un total de 33 años y seis meses de cárcel así como tres años y seis meses por un delito de robo. Las acusaciones particulares coinciden en líneas generales con el ministerio público en su petición de pena.

Una vez concluida la fase de veredicto y acusación, el siguiente paso procesal es la imposición de condena por parte de la Audiencia Provincial de Madrid.

El jurado considera probado que a las cuatro de la tarde del 10 de noviembre de 1996, Hernando entró en el bar Santa Ana, situado en la calle del mismo nombre, con intención de robar. En el local se encontraban el propietario, Antonio Caballero, y la clienta Francisca Somoano. El acusado, que frecuentaba el establecimiento, les conocía a ambos. Cuando el dueño abandonó la barra para ir al servicio, Hernando aprovechó para robar de la caja. El dueño le sorprendió. Se desató una pelea. Hernando cogió un cuchillo jamonero y apuñaló a Caballero hasta causarle la muerte.

Francisca Samoano intentó salir del bar para pedir auxilio, pero Alfredo se lo impidió. Con el cuchillo, le asestó dos cortes en el cuello, uno de ellas le partió la tráquea.

Este segundo crimen fue presenciado, a través del escaparate, por dos personas que paseaban por la calle. Estos testigos avisaron a la Policía Municipal. Los agentes vieron salir del bar al acusado, quien llevaba el cuchillo en la mano. Tras perseguirle unos 60 metros, consiguieron detener a Hernando.

El jurado considera que no se ha probado que Hernando se encontrase bajo los efectos de una intoxicación etílica cuando cometió el doble crimen, como mantenía la defensa del acusado.