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El Parlamento ruso aprueba el Presupuesto tras cinco meses de enfrentamientos con el Gobierno de Yeltsin

Ha costado cinco meses de discusiones y dos conatos de crisis política, con amenazas de moción de censura y de elecciones anticipadas incluidas, pero finalmente la Duma (Cámara Baja del Parlamento ruso) aprobó ayer, en cuarta y última lectura, el Presupuesto del Estado para 1998. Para que entre en vigor falta tan sólo el respaldo del Consejo de la Federación (Cámara alta), que parece garantizado, y la firma del presidente Borís Yeltsin, que se da por hecha.La cuarta lectura, que debía ser de puro trámite, se convirtió el 20 de febrero en un complicado escollo, después de que unos días antes, en su mensaje sobre el estado de la nación, Yeltsin anunciase que iba a presentar una serie de enmiendas para que las cuentas del Estado fueran más realistas y se ajustasen al cambio de situación provocado por la crisis financiera originada en Asia. Los comunistas, que forman el grupo más importante de la Cámara, consideraron estos cambios como casus belli y consiguieron que se rechazasen. Sin embargo, no lograron los votos suficientes para que fuese aprobada la ley en su redacción original, que el presidente amenazaba con vetar.

Ayer, dos semanas después de lo que parecía un callejón sin salida, la crisis se disolvió como un terror de azúcar en un café hirviente y, por 252 votos frente a 129, se aprobó una versión del texto, forjada en la comisión presupuestaria, que contenta a ambas partes e incluye lo que terminó convirtiéndose en la reivindicación principal del Gobierno, que los gastos se financien estrictamente en relación a los ingresos. Eso no significa que no vaya a existir déficit, ya que se prevé que éste sea del 4,7% del producto interior bruto.

La oposición ha arrancado, por su parte, el compromiso de que se paguen las deudas para investigación científica, educación y sanidad en la primera mitad del año. Otra enmienda cuyo alcance es difícil de prever por el momento compromete al Gobierno a establecer el mecanismo y fijar el calendario para compensar por los ahorros devaluados a causa de las reformas económicas de 1992.

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