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El noveno palacio de Sadám Husein

El líder iraquí quiere borrar todas las huellas de la guerra de 1991

ENVIADO ESPECIALSadam Husein se está construyendo su último palacio en Bagdad. El edificio ha empezado a levantarse en uno de los barrios más residenciales de la capital iraquí, cerca de la orilla del río Tigris. Si la crisis económica y la presión de los norteamericanos no lo impiden, la mansión estará acabada antes de que finalice el año. Ésta será su residencia número 9. Cuatro de ellas se encuentran en la capital.

El recinto de la futura residencia de Sadam Husein está protegido por una larga muralla de bloques de cemento de color gris. Los artesanos han esculpido minuciosamente en cada uno de estos bloques las dos siglas del nombre del dictador, como si trataran de confirmar la propiedad de la obra y asegurar la inmortalidad del presidente de la República.

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El edificio del palacio se levanta en uno de los extremos de una inmesa finca-jardín. Es una mole de cemento y piedras de cuatro pisos de altura. Ha sido diseñado en forma de estrella, en el centro de la cual se erige una cúpula redonda, siguiendo las líneas tradicionales de los edificios árabes.

Las obras de infraestructura básica del palacio, que se efectúan entre grandes medidas de seguridad, están ya prácticamente acabadas y se ha cubierto incluso la totalidad del tejado, permitiendo a los centenares de obreros y artesanos empezar a trabajar en su interior.

El nuevo palacio se construye en los terrenos de una antigua finca colonial, seguramente perteneciente a una vieja familia británica, de la que quedan como principales vestigios un enorme caserón de tejas naranjas, medio centenar de palmeras y un jardín delicadamente cuidado, en el que los guardianes han plantado, escondidas tras unos rosetones de flores, tomates y verduras.

El recinto del palacio, de una media docena de kilómetros cuadrados, alberga también tres enormes lagos artificiales, uno de los cuales es perfectamente navegable. Este complejo acuático estará cruzado por puentes, confluyendo en él diversos paseos y avenidas, que desde el edificio principal o desde cualquiera de las tres puertas principales conducirán a los invitados hasta un lugar diseñado para recepciones o banquetes.

Una vez finalizada la construcción de esta nueva residencia el patrimonio palaciego de Sadam Hussein en Irak será aproximadamente de 36 kilómetros cuadrados, según un censo elaborado hace pocos días Steffan di Mistura, el ex responsable de las organiaciones humanistarias de Bagdad, quien por encargo del secretario general de la ONU efectuó este trabajo.

Muy cerca de donde se construye este complejo palaciego, al otro lado de la plaza del Halcón, se levanta también la nueva torre de comunicaciones -La Torre de Sadam Husein- que sustituye y mejora la torre anterior destruida durante la guerra del Golfo. La Torre de Sadam Husein, de 200 metros de altura, se ha convertido en un lugar de peregrinaje de los ciudadanos de Bagdad, así como un observatorio privilegiado desde el que se puede observar la marcha de la construcción del último palacio de su presidente.

Todas estas construcciones forman parte de un ambicioso plan proyectado por el gobierno con el que se pretende hacer desaparecer de la ciudad las huellas dejadas por los sucesivos bombardeos de los americanos, que destruyeron un gran número de edificios oficiales, las conducciones de agua y electricidad y dejaron inservibles la practica totalidad de los puentes que cruzan el Tigris.

El Bagdad oficial es un desafío. Pero las huellas de la guerra permancen imborrables en los suburbios. El largo embargo de cretado por las Naciones Unidas, desde hace más de siete años, ha empezado a degradar también urbanísticamente una ciudad donde la recogida de basuras es tan deficiente como el suministro de agua, electricidad,el asfaltado de las calles o el transporte público.

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