'Loyola de Aragón'
Loyola de Palacio llegó al Ministerio de Agricultura por un accidente en el reparto de carteras del presidente Aznar. Lo suyo era la política del agua, pero esa misión le fue encomendada finalmente a Isabel Tocino. Aún así, en poco más de dos años, De Palacio, a base de dar la cara y lucir proyectos -que no por los resultados conseguidos-, ha sido capaz de forjarse una imagen de mujer fuerte, capaz de enfrentarse a quien haga falta por defender los intereses del sector. Algo que ha calado en cierta medida en el campo.Entre el personal que la rodea, tiene fama de dura e impulsiva, de impartir broncas en cada consejo de dirección. Fuera del despacho, por el contrario, es una mujer de fácil comunicación, que se gana más adeptos que detractores allá por donde pasa. Hoy está considerada, por esa mezcla de aptitudes, como uno de los activos más importantes del Partido Popular.
Uno de sus grandes errores es, sin embargo, que no se ha sabido rodear de equipo. Ha superado en ese aspecto incluso a Carlos Romero, ministro de Agricultura en el periodo comprendido entre 1982 y 1991. Dado su carácter dominador, en el sector hay enormes dudas de que a su lado se pueda funcionar como equipo, por muy buenos que sean sus componentes.
Otro de los peros que se le imputan es que ha sacrificado la eficacia, la búsqueda de soluciones, por el espectáculo. Y que no reconoce errores, mira siempre hacia atrás. Es cierto que el sector agrario no entró en las mejores condiciones en la Unión Europea. Pero Loyola de Palacio tiene la fácil y rápida tentación de achacar casi todos sus males a la herencia socialista.
En cuanto a su capacidad de influir en la Unión Europea, la opinión extendida es que, lejos de aumentar, el peso de España en Bruselas ha descendido notablemente. Algo que se nota, y mucho. De Palacio tiene el campo abierto en canal por los frentes no cerrados en Europa. "Se ha pasado dos años haciendo filigranas y ahora ha llegado la hora del cuerpo a cuerpo", comentan en el sector.
De Palacio es, en fin, una ministra con imagen de persona eficaz, dura y firme en la defensa del sector, pero que no ha resuelto ninguna de las grandes cuestiones agrarias pendientes.
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