_
_
_
_
BALONCESTO LIGA EUROPEA

Estudiantes no falla

La victoria de los colegiales deja al Madrid fuera de la competición

Estudiantes sí hizo bien sus deberes. Lo tenía más fácil a priori (jugaba en casa y su rival no contaba con opción alguna), pero luego la previsiones de una tarde festiva no se cumplieron y hubo de sufrir para lograr su objetivo. Una zona se le atragantó y le puso en serios apuros, pero contó con la paciencia suficiente para superar el machaque psicológico que supone ese tipo de defensa cuando no es superada. Fue un encuentro vibrante que no bueno, donde ambos conjuntos no renunciaron al riesgo, comprensible en el Limoges, destacable los colegiales, habida cuenta de lo que estaba en juego.El partido transitó siempre por los terrenos de la incertidumbre. El Limoges no vino de turismo y durante todo el primer tiempo sembró la duda en el Palacio. Lo hizo a través de un juego rápido (no siempre preciso) y poco especulativo, lo que no deja de ser sorprendente trantándose el origen del cáncer (alguno le llaman estilo) que asola la europa baloncestística. Mientras el Limoges estaba suelto, sin ninguna tensión y explotando nervios ajenos, el Estudiantes quería pero no podía. Iba para delante con decisión, sus jugadores no dudaban en intentar hacer cosas, pero el acierto era ínfimo y los errores constantes. Sobre todo cuando en una comunicación telepática, los dos entrenadores decidieron ponerse en zona a la vez (20-21, minuto 13). El Limoges no lo acusó, todo lo contrario que Estudiantes, que se bloqueó hasta el extremo de pasarse cuatro minutos sin anotar. Cuatro minutos donde empezaba a tomar cuerpo la posibilidad del gran batacazo. Este es el primer objetivo a evitar en un encuentro decisivo: no pensar en la derrota.

Más información
Miguel Ángel Martín será destituido
El Barça pasa con agonía

Chocando una y otra vez contra la zona (¡que pocas veces entró el balón a posiciones interiores!) Estudiantes empezó a sufrir. Las rotaciones de balón eran cada vez más complicadas, los tiros más tensos, los rebotes más difíciles de capturar. Menos mal que Thompson acertó dos veces consecutivas y alivió una situación preocupante. A Pepu Hernández no le quedó otro remedio que colocar a toda su artillería en la segunda parte. Ya no había tiempo para lamentarse por la gripe o dosificar jugadores. Estaban los mejores y se vaciaron. Pero si bien consiguieron enjugar la diferencia, faltaba dar el paso de ponerse en ventaja en el marcador. Hasta cinco oportunidades tuvo Estudiantes a mitad de periodo, todas desaprovechadas. Los minutos transcurrían.

Lo que nadie sabía es que Estudiantes dejaba lo mejor para el final, como en las grandes novelas de suspense. Llegaba el partido vivito y coleando a los minutos de definición (51-50, minuto 34) circunstancia nada deseable cuando se enfrentan uno que se juega su supervivencia con otro al que le da igual carros que carretas. El Limoges alcanzaba la resolución con un gran tirador, Markovic, y su pareja de pivots (el angelito Weis de 2,17m. y Conçeicao, el del día de Angola) haciendo estragos. Buenos mimbres para un asalto final. El Estudiantes en cambio, respiraba con dificultad. Y no sólo por la gripe que aquejaba a gente fundamental como Whisby o Jiménez, sino por su debilidad reboteadora, más acusada cuando De Miguel cometió una innecesaria falta que puso un borrón en una gran actuación. Eran los instantes que definen a un equipo, cuando se encuentra al borde del precipicio.

En medio de una tensión que se mascaba, todos dieron un paso al frente. Thompson, Whisby, Jiménez, Escudero, y sobre todo, el general. Nacho Azofra. El base estudiantil se ha hecho mayor. Ha madurado sin perder imaginación. Sigue buscando la diversión, pero le ha añadido su necesaria dosis de responsabilidad. Azofra fue sumamente inteligente y vio la jugada. Thompson estaba encerrado en una zona 1-4. Whisby es garantía de muchas cosas, pero no precisamente son las mejores manos para jugarse un partido. Esas manos eran las suyas, ninguna otra.

Azofra clavó un triple desde la esquina que liberó a su equipo de la necesidad de meter en cada ataque para no verse superado (58-54) y respondió con otra canasta un triple de Markovic que heló la sangre del pabellón. Pero fue mucho más que todo eso. Llevó el balón y lo gestionó como debía. El mando fue suyo, y con él, el partido y la fiesta.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_