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Yeltsin amenaza con cambiar el Gobierno si la economía no mejora

La única vez que los miembros de las dos Cámaras del Parlamento ruso interrumpieron ayer el discurso sobre el estado de la nación que pronunciaba en el Kremlin el presidente Borís Yeltsin fue cuando éste aseguró que cambiará al Gobierno si fracasa en su prioritaria labor de lograr la recuperación económica. Los miembros de la Duma y del Consejo de la Federación recibieron con apenas disimulado escepticismo la interminable enumeración de ambiciosos y casi utópicos objetivos que, al menos, tuvo el mérito de consagrar el compromiso del actual régimen con la reforma económica radical.

La mano del cachorro reformista y vicejefe del Ejecutivo Anatoli Chubáis se apreciaba más en las palabras de Yeltsin, que la del propio jefe del Gabinete, Víktor Chernomirdin, quien, en estos casos, prefiere mantenerse en un segundo plano, probablemente para no desgastarse y para que nadie le eche la culpa si, como suele ocurrir, las promesas no se cumplen. Oyendo a Yeltsin, nadie hubiera dicho que Chubáis estaba hace un par de meses en la cuerda floja.

El líder del Kremlin, de 67 años, no ofreció durante la lectura, de más de media hora, ninguno de los síntomas, tan frecuentes en los últimos meses, de tener la cabeza en otra parte. Ni despistes, ni vacilaciones, ni temblores, ni disparates. El contenido de su discurso fue coherente y, de no ser por el largo historial de promesas incumplidas, podría incluso tranquilizar al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional (con cuyo director ejecutivo, Michel Camdessus, se entrevista mañana), a los inversores extranjeros, a los mercados financieros y hasta. al hombre de la calle.

Crecimiento económico

Yeltsin defendió la necesidad de un crecimiento económico, si no explosivo sí estable y apoyado en la utilización de nuevas tecnologías y el flujo sostenido de inversiones productivas, y no especulativas. No sería poco, tras seis años de descenso en picado que redujeron. el producto interior bruto en casi el 60%.El presidente defendió también la necesidad de un presupuesto realista (rara especie, desconocida en la nueva Rusia), aun a costa de introducir enmiendas al proyecto que, hoy mismo, debe debatirse en la Duma en su cuarta y última lectura. Incluso defendió la utopía de un déficit cero para 1999. El ministro de Finanzas, Mijaíl Zadórnov, declaró ayer que si la Cámara, dominada por la oposición comunista y nacionalista, no hace caso a Yeltsin, éste podría vetar el presupuesto. Sería otra paradoja, ya que es el Ejecutivo el que se muestra más interesado en la aprobación de una ley sin la cual la economía queda en un precario equilibrio sobre el alambre.

El presupuesto no se cumple y los impuestos no se recaudan: poco más del 50% el año pasado. Por eso, la aprobación urgente de un nuevo código fiscal, que en su primera redacción se enfrentó a 5.000 enmiendas en la Duma, es otra de las piezas en las que Yeltsin basó la recuperación económica, en línea con lo defendido siempre por Chubáis.

El líder del Kremlin recordó que no es la primera vez que defiende esos objetivos y otro no menos importante: el pago puntual de sus salarios a millones de empleados públicos. "No lo repetiré más. Si el Gobierno no es capaz de resolver estas tareas estratégicas, tendremos otro Gobierno", aseguró. En los últimos meses amenazó con hacer rodar cabezas, pero aplazó en dos ocasiones el examen público a su Gobierno. La próxima cita es el día 26, pero ya sin amenaza directa de destitución para aquellos ministros a los que suspenda el zar Borís I.

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