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Amor en tiempos de tráfico

Dos actos reivindican la poesía femenina en torno a la noche de San Valentín

Las mujeres tienen una visión del amor distinta a la de los hombres, o al menos eso podía parecer ayer tarde en Madrid, a tenor de lo que sucedía en el Fórum de la FNAC y en el teatro del Círculo de Bellas Artes. Dos actos que reivindicaban la poesía escrita por mujeres en torno al eterno tema.

El día era propicio. San Valentín, aunque responda más al impulso de las técnicas de mercado, no deja de ser el patrón del amor, el santo que abunda en lo que antes enredó Cupido con sus flechas. A él, al amor, se entregaron las mujeres poetas (alguna señaló que lo de poetisa le sonaba horrible) desde dos actitudes distintas pero complementarias.

Mientras el centro de Madrid se debatía en un enorme caos circulatorio, la mansedumbre, el sosiego y la paz se hacían dueños del pequeño salón de actos de la gran tienda de discos y libros. Se estaban leyendo en voz alta muchos de los poemas del libro Ellas tienen la palabra, una antología de 41 escritoras de habla hispana nacidas después de 1950, recopilada por la argentina Noni Benegas. Valiente, ante el lleno que registraba el salón, abrió fuego Isla Correjero, con la pieza más provocadora de todas, El coño azul. Noni Benegas lo había explicado antes: "No se piense aquí reivindicar ni una escuela, o una generación o una actitud única. Se trata de mujeres que hablan del amor de otra manera". Y así se entendió por qué tras el desafío de la primera poeta, llegó luego el intimismo de Graciela Baquero o el trato metarfísico que al asunto dio María Rosal. Once mujeres de las 41 antologadas, que llegaron a hablar de su cuerpo, del sexo o de la cola del supermercado, a veces con ironia, con dulzura, con crudeza o de forma natural, en un acto que desde el principio negaron que fuera feminista ni sexista.

Atasco y retrasos

Fuera, en las calles, había quien intentaba tomarse el amor de otra manera. Simplemente quedando con su pareja. El gran atasco retrasó muchos encuentros, pero los inmóviles conductores enamorados convertían sus vehículos en cabinas telefónicas de lento rodar, haciendo uso indiscriminado de sus móviles.Los municipales encontraron ahí un filón. Frente al parking de Santo Domingo, por ejemplo, las parejas de policías se preocupaban más de anotar las matrículas de los que llevaban el móvil en la oreja que en intentar poner orden en el jolgorio circulatorio. Menos mal que en el Círculo también había otro rincón para el sosiego. Las actrices María Romero y Arantxa de Juan ofrecían la segunda de las tres representaciones que tendrán hasta esta tarde de la obra Hay amores que hablan, un "monólogo" de dos basado también en poetas femeninas de habla hispana, pero de todos los tiempos. En un montaje sobrio, apenas unas telas exquisitamente iluminadas, las dos mujeres, sobre dos sillas doradas y con movimientos a veces simétricos, recreaban un mismo personaje a base de interpretar al amor con los argumentos de Santa Teresa de Jesús, Gloria Fuertes, Carmen Martín Gaite, Ana Rosetti o Almudena Guzmán, entre más de una decena de autoras.

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