El 'Maine', 100 años después
Un siglo no ha bastado para aclarar la causa de la explosión del barco, que originó la guerra de Cuba
Mañana se cumplen 100 años redondos de la explosión del Maine en la bahía de La Habana. Aunque parezca increíble, un siglo de historia no ha bastado para reparar el desencuentro que provocó aquel suceso, ni tampoco para aclarar el misterio de cuál fue la causa real que hizo saltar por los aires al acorazado de segunda de la Armada de Estados Unidos acabando con la vida de 254 marineros y dos oficiales de su tripulación.La explosión del Maine, adjudicada por EE UU a una mina, a un torpedo o a "un artefacto infenal secreto del enemigo", España, fue el pretexto que justificó la entrada en la guerra hispanocubana. Las autoridades coloniales españolas nunca aceptaron esta tesis, y señalaron como el motivo más probable de la fabulosa detonación la combustión espontánea en uno de los pañoles de carbón de proa del Maine, que provocó la explosión de los depósitos de munición situados muy cerca.
Sea cual fuere la causa, lo cierto es que la voladura del Maine, mientras estaba fondeado en la bahía de La Habana bajo protección española, fue el casus belli utilizado por Washington para entrar en la guerra, hecho que a la postre supuso la consolidación de EE UU como principal potencia mundial. España perdió los últimos restos de su imperio colonial, y los cubanos, sometidos después a cuatro años de intervención estadounidense, vieron el tránsito del país de mano en mano y cómo se esfumaba el sueño de la independencia.
Cien años después de aquella explosión, el Maine sigue siendo un caso abierto. Por un lado, los historiadores no acaban de ponerse de acuerdo en cuál fue la causa que provocó la explosión del buque. Por otro, para Cuba, las consecuencias de aquella guerra aún persisten en cierto modo, ya que EE UU sigue siendo su principal enemigo.
Quizá el mejor símbolo de este desencuentro histórico está en el malecón de La Habana. Allí, un monumento descabezado frente al hotel Nacional recuerda a las víctimas del Maine. Está todavía la placa de bronce de 1926, firmada por el entonces comandante de la Marina norteamericana, con los nombres de los soldados y oficiales que se hundieron con el acorazado en el fondo de la bahía, pero el águila imperial que coronaba las dos columnas del monumento ya no está. El 1 de mayo de 1961, una grúa revolucionaria arrancó de cuajo el aguilucho, y hoy su cuerpo de bronce y las alas rotas están en la sala de la República del Museo de la Ciudad. Nadie sabe cómo fue a dar a manos norteamericanas la cabeza del águila, pero lo cierto es que hoy ésta preside el bar de la Sección de Intereses de EE UU en La Habana. En conferencias de prensa celebradas en él, sonrosados funcionarios norteamericanos han justificado bajo esta cabeza de bronce la necesidad de mantener el embargo contra Cuba.
En el Museo de la Ciudad, Yadira, la cuidadora de la sala de la República, da su particular versión de la historia. "El águila ésta toda desbaratá significa el fin del imperialismo". "Pero todavía existe EE UU, y es la principal potencia del mundo", requiero. "Sí, pero en Cuba ya no. Aquí el imperialismo ya se acabó", dice sonriendo Yadira. "Ahora aquí lo que tenemos es socialismo". En el Museo de la Revolución, otra sala guerrillera guarda parte de la cadena del ancla del Maine. La sala está cerrada por reparaciones, pero Norma Alonso, su responsable, cuenta gentilmente cómo se explica aquí la historia a los turistas: "Todo estaba planeado por Estados Unidos, fue un pretexto para la intervención, eso es lo que se ha dicho siempre en la historia de Cuba".
Para el historiador cubano Rolando Rodríguez, la explosión del Maine no fue la causa de la guerra. "EEUU estaba determinado a intervenir en Cuba a menos que España la pusiese en sus manos", asegura en un artículo publicado en Granma.
Cuba, por ello, no conmemorará el centenario del hecho con grandes actos. El jueves se hizo sólo un pequeño "barriodebate" organizado por los Comités de Defensa de la Revolución en la calle de la Calzada, cerca del monumento del malecón, y mañana lo que se celebrará es la muerte en combate de la capitana independentista Isabel Rubio, en Pinar del Río. La Sección de Intereses de EE UU en La Habana, por su parte, piensa realizar mañana un discreto acto en recuerdo de los caídos. España, en belén con los pastores, no hará nada. Al menos en La Habana, donde el monumento al Maine sigue en el malecón, pero sin águila, frente a las costas de EE UU.
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