Mi homenaje a Lorca
Mi encuentro a los 18 años con la poesía de García Lorca fue, y es, uno de los encuentros más hermosos y fructíferos de mi vida. Pertenezco a aquella generación de adolescentes que sus estudios de literatura no pasaban del Siglo de Oro español, y si pasaban puedo decir que no tengo ni el más remoto recuerdo de adónde han ido a parar.Mi admiración, casi pasión, por Lorca no ha hecho más que aumentar con la edad (pasada ya la frontera de los cuarenta). Con su lectura, de su mano, he descubierto mundos asombrosos de belleza, comparto con él sus grandes preocupaciones: el amor, la muerte, la impotencia, la frustración, la justicia, tan soberbiamente expresadas y maduradas en sus obras. Me duele su muerte y la pérdida irreparable que supuso.
Mi particular homenaje este año de su centenario será leerle, y, si hay ocasión, ir al teatro a ver sus obras, cosas que no he dejado de hacer desde hace más de veinte años.
Creo que no podemos ni debemos olvidar en este año de reconocimiento a su obra y persona que fue una víctima inocente e indefensa, como todas las de la guerra civil, de la intolerancia y la crueldad más atroces. No para reavivar heridas, sino para profundizar en la gran lección de la tolerancia, de la democracia y de la paz.
No quiero terminar este humilde homenaje sin decir, aun a riesgo de caer en un lugar común, que Federico García Lorca es ya patrimonio de la humanidad, pero sobre todo vive en los que amamos y admiramos su obra no sólo porque nos enseñe y deleite, sino porque forma parte inseparable e irrenunciable de nuestra experiencia vital.-
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