Detenidas dos personas tras el asesinato del representante del Gobierno francés en Córcega
Si los asesinos de Claude Erignac, el prefecto de Córcega, buscaban provocar a la sociedad francesa, puede decirse que han logrado sobradamente su objetivo. Francia se despertó ayer escandalizada y alarmada por este atentado sin precedentes contra la más alta autoridad de la Administración en la isla. El presidente de la República, Jacques Chirac, y el primer ministro, Lionel Jospin -que viajó a Ajaccio-, el Gobierno y la oposición, la izquierda y la derecha, respondieron desde la unidad y con idéntico discurso de firmeza y determinación sobre el castigo de los autores. Dos personas de origen marroquí fueron detenidas en relación con el caso, pero no hay ninguna certeza de que ellos sean los que el viernes mataron a Erignac.
Los dos detenidos, considerados "seriamente sospechosos", ambos de 20 años, son conocidos por la policía, principalmente por haber provocado daños con explosivos en 1995, y residen a las afueras de Ajaccio, la capital corsa. Los detenidos estaban siendo interrogados por agentes de la sección antiterrorista, indicaron fuentes policiales. Otras fuentes señalaron que no creían que entre los detenidos figurasen los dos jóvenes que, convenientemente maquillados para desfigurar sus rostros, dispararon repetidamente contra el prefecto, de 60 años. Claude Erignac, destinado en Córcega desde hace dos años, murió sobre la acera con tres balas alojadas en la nuca. El representante de París fue acribillado por la espalda cuando llegaba tarde a un concierto de música clásica, desarmado y sin escolta.Aunque el atentado sigue sin ser reivindicado y el desconcierto inicial sobre la autoría y el móvil están lejos de haberse disuelto, las sospechas han ido centrándose paulatinamente en ese magma incontrolado que forman los brazos armados de los múltiples grupos nacionalistas corsos. Varios de ellos, singularmente La Cuncolta Naziunalista -escaparate político del autodenominado Frente de Liberación Nacional Corso (FLNC)-Canal Histórico, que hace dos semanas declaró rota la tregua iniciada en junio tras el triunfo electoral socialista-, condenaron el asesinato, no sin atribuir una parte de la responsabilidad a la "cerrazón" gubernamental.
La hipótesis de que el crimen haya sido obra de una nueva facción armada disidente, surgida del enfrentamiento despiadado entre nacionalistas, ha adquirido cierto peso, si bien, en el caso corso, tampoco resulta aventurada la teoría de una conexión entre intereses económicos y activistas armados, establecida bajo la coartada de la ideología supuestamente compartida. El senador socialista Michel Charasse, del Puy-de-Dome, dijo ayer en voz alta lo que muchos apuntan reservadamente: "Claude Erignac ha sido asesinado por ciertas personas situadas bajo la vigilancia de la Administración de Finanzas (...) que han utilizado el brazo armado de algunos nacionalistas zumbados. Hace tiempo que la Mafia y algunos nacionalistas son la misma cosa", indicó el senador.
También los autonomistas de Accolta Naziunali Corsa (ANC) deslizaron ayer en su comunicado de condena la afirmación de que "la violencia, ayer política, está actualmente anegada por la violencia común, pero, sobre todo y cada vez más, por una violencia salvaje asentada sobre un fondo mafioso". El asesinato ha dado verdadera significación al escrito, reproducido ayer por el diario Libération, difundido a mediados de enero por un grupo nacionalista denominado Sampieru. Tras aludir a "la megalomanía peligrosa de los jefes", sus autores adelantaron su condena "a las posibles acciones que podrían ser perpetradas (...) contra ciertos eminentes funcionarios del Estado colonial".
Un dato determinante para los investigadores es el hecho de que la pistola Beretta 9 milímetros que los asesinos abandonaron encasquillada durante su huida pertenece a uno de los gendarmes que en septiembre pasado fueron sorprendidos y desarmados por un grupo de encapuchados que asaltó y voló posteriormente la propia comisaría. Otro dato es que, pese a su espectacularidad, esa acción no ha sido todavía reivindicada.
Emoción y cólera
En Ajaccio, donde acompañó al primer ministro, Lionel Jospin, el titular de Interior, Jean-Pierre Chevénement, anunció que la policía dispone de "cierto número de datos que permitirán progresar en la investigación".Al estupor general se unieron también las reacciones de emoción y cólera. El presidente de la Asamblea Corsa, Jean-Paul de Rocca-Serra (Unión para la República), dijo que "la República está tocada, y Córcega, en peligro". Su compañero de partido el senador Hubert Haenel afirmó que "algunos corsos acaban de traspasar el límite de lo irreparable" y subrayó que "el pueblo corso debe elegir entre los golfos y Francia". El ultraderechista Jean-Marie Le Pen atribuyó el asesinato a "las complicidades de los sucesivos Gobiernos con las organizaciones terroristas".
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