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Un informe de la Ertzaintza revela que la policía hace contravigilancias desde la muerte de Blanco

Un día sí y otro también desde hace siete meses, agentes de la Ertzaintza vienen trasladando al Zutabe (el ordenador central de la policía autónoma vasca) partes de incidencias en los que informan de la presencia de patrullas del Cuerpo Nacional de Policía en labores de contravigilancia sobre cargos públicos del Partido Popular de Euskadi. Desde el asesinato de Miguel Ángel Blanco, los ertzainas han "avistado" o "identificado" en más de 200 ocasiones a vehículos y agentes de la policía cuando custodiaban a los mismos políticos que ellos, lo que ha ocasionado situaciones de tensión. Estos datos están siendo recogidos en un informe por el departamento vasco de Interior tras la polémica suscitada por la protección a los concejales.

Agentes de uno y otro cuerpo -a los que hay que sumar los guardaespaldas privados contratados por el PP- siguen desempeñando las mismas funciones, duplicando esfuerzos y entorpeciéndose a veces. Ni el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, informó en ningún momento de la situación a Juan María Atutxa, ni éste -que conocía de la existencia de las contravigilancias por los partes de sus agentes- protestó públicamente. Ambos reaccionaron la pasada semana, después de que una filtración periodística -curiosamente fue el diario Egin, próximo a HB, quien desveló con toda suerte de datos las labores de contravigilancia de los "policías españoles"- dejara en evidencia a Mayor Oreja por no avisar a Atutxa.El consejero vasco le dio un ultimátum y el ministro no se dio por aludido. El fin de semana ha rebajado el tono del rifirrafe, y en ambos frentes admiten que la solución requiere "tranquilidad y poca prensa". El día clave será el martes próximo, cuando el consejo del Gobierno vasco decida si plantea un conflicto institucional contra el Ejecutivo de Madrid.

Ahora, con la elaboración del informe, encargado por el viceconsejero vasco de Interior, Juan Manuel Martiarena, la Ertzaintza pretende demostrar que desde la muerte de Blanco -el 12 de julio de 1997- los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado efectúan contravigilancias sistemáticas, sin que en ningún momento los responsables policiales de Madrid hayan avisado de ello al Gobierno de Vitoria. La contravigilancia consiste en supervisar de forma periódica los lugares e itinerarios habituales de los cargos públicos, y forma parte -junto a las medidas de autoprotección, los servicios de escolta y la vigilancia estática- del plan de protección de la Ertzaintza. A pesar de la contravigilancia, ETA ha matado en Euskadi a dos ediles -José Luis Caso y José Ignacio Iruretagoyena- tras el asesinato de Blanco.

Situación de riesgo

"Es muy peligroso", explicó ayer una fuente del departamento de Interior vasco, "que los ertzainas descubran a personas de paisano, en actitud sigilosa y expectante, muy cerca de los ediles que ellos tienen que proteger". Cualquier día, advierte la misma fuente, puede ocurrir lo peor. "Nuestros agentes", añade, "tienen que proceder a comprobar las matrículas, acercarse e identificar a los agentes del otro cuerpo para verificar que son policías y no terroristas; y todo esto se produce en las zonas calientes del País Vasco, donde existe el peligro sustancial de que un día se escape un tiro".Más de 200 veces, según el informe, los agentes de la Ertzaintza notaron -y así lo comunicaron al ordenador Zutabe- la presencia de policía o guardias civiles. Uno de estos incidentes -que los ertzainas califican como "avistamientos" o "identificaciones"- tuvo como protagonista a José Ignacio Iruretagoyena. Días antes de sufrir el atentado que le costó la vida, al concejal del PP de Zarautz (Guipúzcoa) le pareció ver algo extraño en el capó de su coche, y telefoneó a la Ertzaintza. Cuando unos agentes de este cuerpo supervisaban el vehículo, apareció una pareja de policías de paisano en labores de contravigilancia y pidió a los ertzainas que se identificaran. El "incidente" -del que existe constancia en el Zutabe- no pasó a mayores, pero demuestra, a juicio de un responsable de Interior vasco, que "los policías llevaban mucho tiempo realizando labores de contravigilancia en Euskadi, a la chita callando, sin avisarnos".

Estas labores se incrementaron notablemente tras el asesinato de Iruretagoyena, y fueron recogidas en un documento y bautizadas como Operación Filtro por la Jefatura Superior de Policía de Bilbao. La filtración periodística de los planes policiales desencadenó la polémica entre Mayor Oreja y Atutxa, quienes -hasta ahora- presumían en público de mantener- excelentes relaciones.

Durante la cena a solas del pasado jueves, Atutxa trasladó a Mayor Oreja su disgusto, le exigió la anulación de la contravigilancia y se quejó por algo más. Una minoría de los cargos públicos del PP dificultan con su actitud las labores de protección. Le citó el caso de una señora que insiste en sacar a pasear todos los días a su nieto al mismo parque y a la misma hora; el de un concejal que se va de copas hasta altas horas de la madrugada y por los mismos bares y que luego -con la euforia del alcohol- suele presumir señalando con el dedo al agente: "Este es mi gorila". Hay otro que hace unos días se dejó fotografiar en un periódico nacional junto a su casa, su coche, su madre y sus escoltas privados. "Le ofreció a ETA todas las pistas posibles", se quejaba ayer un responsable policial.

La polémica fue alimentada ayer por el delegado del Gobierno en el País Vasco, Enrique Villar, a quien Atutxa recriminó el viernes haber recibido a representantes del sindicato Erne de la Ertzaintza: "No me va a decir Atutxa a quien tengo que recibir".

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