Superávit en EE UU
LO QUE Reagan prometió pero no cumplió (todo lo contrario) -un presupuesto sin déficit- parece haberlo logrado Clinton tres años antes de lo previsto. No hay milagro tras este cambio de tendencia cuyo anterior precedente se remonta a 30 años atrás: Clinton ha contado con la complicidad de un ciclo económico que ha vivido 82 meses de crecimiento sin interrupción, lo que ha hecho aumentar espectacularmente la recaudación. Además, con el final de la guerra fría los gastos en defensa -que Reagan aumentó- se han reducido del 5 7% del PIB en 1989 al 3,1%. Esta situación, a la que hay que añadir los sustanciales ingresos que espera Clinton, de nuevos grávamenes sobre el consumo y la producción de tabaco, permiten a EE UU encarar un año presupuestario 1999 color, de rosa.El presupuesto propuesto por la Casa Blanca para el ejercicio fiscal de 1999 -que se inicia el próximo 1 de octubre- contempla un superávit para ese año y los cinco siguientes, aunque está por ver que esta coyuntura sea sostenible a largo plazo, dados los problemas pendientes en la seguridad social y la propia teoría de los ciclos, suponiendo que siga vigente. La propuesta de Clinton significa, sin embargo, un aumento del gasto público del 3,9%, es decir, casi dos puntos por encima de la inflación prevista. Y con él llega el gran punto de discusión con los republicanos, que dominan el Congreso y sin cuyo, concurso no es posible sacar este presupuesto. Pues Clinton pretende utilizar el superávit y el mayor gasto público, para financiar nuevos programas sociales, como una mejor atención infantil, rebajar de 65 a 55 la edad límite para que accedan los mayores al servicio público de sanidad (Medicare), incrementar la investigación médica y reducir el número de alumnos por clase en los colegios públicos. Por el contrario, los republicanos preferirían aprovechar la buena coyuntura para bajar impuestos, mientras empieza a arreciar una campaña conservadora contra Clinton por ser el presidente que más impuestos ha sacado a los estadounidenses en tiempo de paz. Con las elecciones al Legislativo en noviembre, hay un claro electoralismo en el ambiente.
El superávit en las finanzas públicas puede resultar beneficiosa para la economía mundial. Aunque EE UU redujese su carácter de locomotora de la economía mundial, ayudará a una mayor estabilidad en el dólar, con unos tipos de interés más bajos que aproveche la economía real, y rebajará las necesidades de endeudamiento exterior (EE UU es el mayor deudor del mundo). Por cierto, éste sería el mejor momento para que cumpla, de modo solidario, sus obligaciones financieras frente a la ONU y el Fondo Monetario Internacional.
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