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El año de Portugal

La Expo, el euro y la regionalización, claves de un 1998 decisivo para el futuro

El Gobierno socialista portugués prepara una ambiciosa ofensiva política y diplomática para este año, que, sin duda, será decisivo para su futuro y su proyección internacional. El ingreso en la moneda única, el proceso europeo -donde Portugal no quiere perder fondos comunitarios a costa de la ampliación-, la Expo de Lisboa, la cumbre iberoamericana de Oporto o los referendos sobre la regionalización del país marcarán la acción del Ejecutivo que dirige Antonio Guterres.

El secretario general adjunto al primer ministro, Antonio José Seguro, admite a EL PAÍS que 1998 "será un año clave para la modernización de Portugal, con la previsible entrada en el euro, que supondrá el mayor impacto político en el país, la reafirmación de su política externa más multipolar, la operación europea para evitar una reducción de fondos comunitarios o las cuestiones internas como la regionalización, que incrementará la participación ciudadana en la administración de esas comunidades y reducirá las diferencias entre ellas". Seguro explica que "las perspectivas de modernización para el 98 combinarán los actos festivos de la Expo de Lisboa -que, sin duda, dará un enorme impulso a la proyección internacional del país- con medidas políticas necesaria! para reducir la pobreza, el paro o las grandes bolsas de exclusión social".

El ministro de Exteriores, Jaime Gama, anunció este mes en Estrasburgo que el Gobierno luso desencadenará una importante ofensiva diplomática en Europa para evitar la reducción de fondos comunitarios. Gama explicó que el Ejecutivo luso "mantendrá un diálogo con todas las instituciones europeas e incrementará sus contactos bilaterales con los socios de la Unión" para "asegurar, entre el 2000 y el 2006, el mismo apoyo económico europeo que Portugal recibió en el periodo 1993-1999", calculado en, cerca de 500.000 millones de escudos por año (400.000 millones de pesetas) en fondos estructurales y de cohesión.

De hecho, el primer ministro, Antonio Guterres, aprovechó la semana pasada una visita privada a Londres para entrevistarse con Tony Blair, a quien expuso sus criterios sobre la futura ampliación europea y la elaboración de la Agenda 2000. Guterres pretende conseguir todos los apoyos necesarios para que la cumbre europea de Londres, en marzo, tenga en cuenta los criterios lusos sobre la futura ampliación, que apoya sin ninguna reserva. Antonio José Seguro precisa que Lisboa "defiende el ingreso de los nuevos socios del Este, pero rechaza que esa factura sea pagada por los países que necesitan más solidaridad".

La siguiente cita será el Consejo Europeo de mayo, donde los dirigentes comunitarios decidirán los integrantes del primer pelotón de la moneda única. Portugal cumple desde hace meses los criterios de convergencia y no alberga ninguna duda de que formará parte del grupo que "tomará las decisiones y no las sufrirá", en palabras de Guterrez.

La Exposición Mundial de Lisboa, dedicada monográficamente a los océanos como patrimonio de la humanidad, pretende difundir la nueva imagen de Portugal en el exterior. Esta, operación, de carácter nacional, es apoyada por todas las fuerzas políticas lusas, a pesar de la fuerte inversión económica que supondrá en un periodo de contención de los gastos.

Asimismo, el Gobierno de Lisboa pretende impulsar sus relaciones con los países lusófonos durante la segunda cumbre de la CPLP (Comunidad de Países de Lengua Portuguesa), que tendrá lugar en Praia (Cabo Verde) el 17 de julio. El primer ministro Antonio Guterres desea reactivar sus relaciones políticas y económicas con África y América Latina, para lo cual tiene previstos nuevos contactos con las autoridades de Mozambique (ya visitó Angola en 1987), Brasil y por supuesto España.

El jefe del Gobierno luso se desplazará a finales de abril a China para negociar la entrega de Macao al régimen de Pekín, fijada para diciembre de 1999. Será la última visita del dirigente portugués a la capital china antes de la devolución de la última colonia occidental en Oriente.

El Gobierno de Lisboa deberá enfrentarse a los prometidos referendos sobre la polémica división regional del país y la integración en Europa. Esta última consulta no parece que vaya a plantear ningún problema, aunque la primera cuenta con el rechazo de los grupos conservadores y divide al propio partido del Gobierno.

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