El caso del petate robado y devuelto
Un desertor no tendrá que ir a la cárcel por llevarse un saco de lona
Ignacio Ardanaz, Taxio, un joven navarro de 19 años, conocerá dentro de un meses la sentencia del Tribunal Militar de A Coruña que le juzgó ayer. Si prosperan las tesis del fiscal, puede recibir una pena de tres años de prisión por deserción, pero al menos se ha librado de los cinco meses que le pedían por no haber devuelto el petate que se llevó cuando dejó el cuartel, un delito contra la Hacienda militar.Taxio Ardanaz se presentó ayer en la delegación del Ministerio de Defensa en A Coruña con traje y corbata a rayas, en contraste con los atuendos del resto de los compañeros del Movimiento de Objeción de Conciencia que le acompañaron al autobús desde Navarra, y que se sumaron a los insumisos gallegos que les aguardaban detrás de la correspondiente pancarta antimilitarista.
En el vehículo viajaban asimismo los padres del acusado, sordomudos, que explicaban mediante un intérprete su papel en el asunto: se habían encargado de devolver el petate.
El sonriente y aclamado acusado explicó en el exterior del edificio militar el significado político que había tenido el saco de lona que el Ministerio de Defensa entrega a todos los reclutas con las pertenencias que habrá de usar el resto de su vida en filas: "Cuando abandoné el cuartel lo llevé conmigo como símbolo de lo que rechazaba y le pedí a mis padres que lo devolviesen el mismo día en que me detuviese la policía".
El equipo completo de soldado (mantas, correajes, uniforme de faena, etcétera) tiene un valor aproximado de 58.000 pesetas. El día en que detuvieron a Taxio en una manifestación, sus padres lo devolvieron íntegro, excepto lo que los listados militares describen como "prendas menores" (calzoncillos, calcetines y camisetas), que se consideran no reciclables y, por tanto, quedan en propiedad del recién licenciado de la mili. Su valor real es de 1.538 pesetas. Su sustracción, sería entonces, como mucho, una falta.
No fue ése el único papel ejercido por los padres de Ardanaz. Ya en la sala del Tribunal Militar, el insumiso atribuyó a sus progenitores (y también, paradójicamente o no, a su pertenencia a los boy scouts) sus ideas de justicia y solidaridad que le hacen rechazar formar parte de un ejército. También las preferencias que tuvo que manifestar al ingresar el 18 de febrero de 1997 en el cuartel de Adoaín (Navarra), dos días antes de desertar, no revelan especial vocación castrense: electricista y miembro de la banda de música.
El fiscal mantuvo, sin embargo, la petición de tres años de prisión por haber desertado de la Unidad de Cazadores de Montaña a la que había sido destinado. El letrado de Ardanaz solicitó en vano la suspensión de la vista fundado en que su defendido no reconocía estar sometido a la jurisdicción militar, e invocó además el argumento de que el servicio militar dejará "muy pronto" de ser obligatorio. El presidente del tribunal denegó la petición aduciendo, en el primer punto, que fijar la jurisdicción no es potestad del acusado, y en el segundo, que, de momento, hacer la mili sigue siendo obligatorio.
Sin embargo, en el exterior de la sala, Ardanaz contradijo la argumentación de su defensor. "La insumisión no se acaba con el ejército profesional, señaló sin dejar de sonreír. "Al igual que otros, yo me planteé, la deserción una vez incorporado a filas para denunciar los valores militares, sean de un ejército de levas o de uno profesional, y la idea que nos quieren dar de una milicia profesional humana", ironizó.
Cualquiera que sea la decisión del tribunal, Taxio Ardanaz tendrá que volver a presentarse de nuevo ante él para responder de otras dos acusaciones de allanamiento de base militar, realizadas en el cuartel de Adoaín y en el Gobierno Militar de Pamplona. .
Lo que para el insumiso fueron "dos presentaciones públicas no violentas solicitando el apoyo de los reclutas a la objeción de conciencia" podrían suponerle, si impera el punto de vista del fiscal militar, otros tres años.
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