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Jospin subirá ciertas ayudas a los parados como gesto para aplacar su rebelión

El primer ministro francés, Lionel Jospin, anunció ayer en su esperada intervención televisiva la revalorización integral del subsidio de solidaridad que cubre a los parados una vez perdidos sus derechos específicos de desempleo. Con media Francia pendiente de sus palabras, el primer ministro se comprometió a revalorizar de acuerdo con la inflación esa ayuda, que se encuentra congelada desde 1994. No accedió, sin embargo, a la principal petición de los parados: el aumento del subsidio mínimo en 1.500 francos (37.500 pesetas).

Además de ese gesto, dirigido a convencer a los parados de la voluntad de su Gobierno de paliar la situación, Jospin se comprometió a no aplicar las reducciones que se aplican progresivamente en el tiempo sobre los subsidios. El primer ministro dijo que su Gabinete hará un esfuerzo suplementario, que no cuantificó ni especificó, para mejorar las condiciones de los parados de larga duración. Aseguró igualmente que el proyecto de ley de lucha contra la marginación social que prepara su Gobierno estará dotado de medios para garantizar que todos los ciudadanos tengan asegurada la salud, el acceso a las cantinas escolares y el alojamiento. Jospin interpeló directamente a los empresarios cuando dijo que la crisis de malestar social manifestada por el movimiento de los parados "requiere que todo el mundo asuma sus responsabilidades".Las asociaciones de parados y los socios de Gobierno, verdes y comunistas, deseaban mucho más. Previamente decepcionadas tras la negativa a aumentar los subsidios mínimos reiterada en la víspera en la Asamblea, los animadores de la protesta de estas últimas semanas se refugiaron en el posibilismo. "Entre los 1.500 francos [37.500 pesetas] que pedíamos y el cero que ahora tenemos hay un margen de maniobra", indicaron.

Al margen de las razones presupuestarias -según Jospin, acceder a las exigencias tendría un coste de 1,75 billones de pesetas-, el problema reside en que un aumento sustancial de los subsidios mínimos podría desincentivar a todos aquellos que aspiran o ejercen ya un trabajo pagado con el salario mínimo, establecido en 131.000 pesetas. De hecho, parte de los casi 3,5 millones de franceses que se benefician de alguna o algunas de las ocho modalidades de ayudas sociales obtienen por esa vía más ingresos que los que trabajan a tiempo parcial sujetos al salario mínimo.

El fenómeno creciente de la precariedad y de la extensión de los salarios mínimos, unido a los tres millones largos de desempleados -el 12,4% de la población activa-, está ampliando alarmantemente el universo de la pobreza en Francia, de forma que nunca como hasta ahora ha quedado tan acreditada la teoría de la fractura social. Se comprende así que parte de los franceses crean que el millón de parados de larga duración es la punta de lanza de una futura explosión social. El ministro de Economía dio a conocer una serie de informes que anuncian que la semana laboral de las 35 horas creará en Francia en tres años un total de 710.000 empleos .

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