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Los psiquiatras afirman que el "cerebro" del crimen de Anabel Segura es responsable de sus actos

Desalmado, insensible, frío... Según los psiquiatras que le examinaron tras su detención, Emilio Muñoz Guadix, cabecilla del secuestro y asesinato de Anabel Segura, es "un auténtico psicópata", pero en absoluto "un enfermo mental irresponsable de sus actos". La rotunda opinión sobre Emilio contrasta con las discrepancias que suscita la personalidad de su esposa, Felisa García, que simuló la voz de Anabel en una cinta enviada a sus padres. Mientras algunos no dudan que actuó obligada por su esposo, otros peritos, asi como los policías del caso, dudan que una persona "angustiada y amenazada" lograse tan perfecta imitación. Pese a ello, el fiscal mantiene su petición de sólo tres años para Felisa por encubrimiento e intento de estafa.

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El infórme de los peritos fue lo más destacado de la segunda sesión del juicio que se celebra desde el lunes en la Audiencia Provincial de Toledo por el asesinato de Anabel Segura, la joven de 22 años secuestrada el 12 de abril de 1993 en la lujosa urbanización madrileña de La Moraleja mientras hacía footing."La psicopatía es un rasgo de la personalidad de Emilio, pero él es totalmente consciente de sus actos", indicó el psiquiatra forense Santiago Delgado. "Es una persona egocéntrica y antisocial; alguien capaz de decir que el asesinato de Anabel simplemente fue un negocio que le salió mal".

El juicio entró ayer en su recta final y previsiblemente acabará hoy con los informes de las partes. El fiscal jefe de Toledo, Miguel María González, avanzó al tribunal al filo del mediodía que mantendrá su petición inicial de penas. Es decir, que nada de lo visto y oído en el juicio ha variado su criterio sobre la culpabilidad de los acusados. El fiscal reclama, pues, sendas penas de 26 años y seis meses de cárcel para Emilio y el Candi y tres años y seis meses para Felisa García Campuzano, tercera implicada en el caso y esposa del primero. A ellos le imputan delitos de detención ilegal, asesinato e intento de estafa.

Los abogados de la familia de Anabel, Rafael Escuredo, y de la acción popular, Rafael Pérez de Vargas, tampoco modificaron ayer un ápice sus conclusiones. A diferencia del fiscal sostienen que los tres encausados, incluyendo a Felisa García, son igual de culpables. Y piden que se imponga a cada uno una condena de 37 años de prisión. La defensa de Emilio anunció, por su parte, que se conformaría con que a su cliente le impongan 15 años de prisión por homicidio y secuestro, y la del Candi, con dos años, pero sólo por su intervención en el secuestro. La abogada de Felisa mantiene que su cliente es inocente y exige su absolución.

Parte de los policías que buscaron a Anabel durante los 900 días que duró el secuestro desfilaron por la mañana ante el tribunal. Explicaron que la imitación de la voz de Anabel en la cinta fue "tan perfecta" que tanto sus padres como un experto alemán en acústica la catalogaron como auténtica.

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Felisa García mantiene que se enteró del secuestro al día siguiente dé su ejecución y que simuló la voz de Anabel porque su marido la obligó a hacerlo amenazándole "con un machete". Policías y peritos recelaron ayer de esa versión, coincidieron en que la perfección de la grabación distanciaba a su autora de ser una persona "angustiada y amenazada". Un perito comparó a Felisa "con el actor que representa muy bien su papel en una película".

La salud mental de Felisa acaparó parte de la jornada. Los dos médicos forenses que la trataron fuera y dentro de la cárcel comentaron discrepando sobre el diagnóstico, aunque luego aproximaron sus posturas. Definieron a Felisa como "una persona insegura, sumisa, manipulable y depresiva". El médico forense José, Antonio García Andrade le diagnosticó "un trastorno dependiente de la personalidad". Un dictamen favorable a la tesis de la defensa en el sentido de que "el pánico" que sentía Felisa puede ser la explicación de que ésta callase el crimen durante más de dos años y accediera a grabar la cinta. Según García Andrade, Felisa engordó 30 kilos desde que supo que su marido era uno de los secuestradores de Anabel; "combatió esa ansiedad comiendo", dijo.

Rafael Pérez de Vargas, abogado de la acción popular, halló "imprecisiones y contradicciones" del informe de García Andrade. "Si Felisa es tan dependiente de su marido, ¿por qué antes del crimen intentó separarse de él en dos ocasiones?", preguntó el letrado.

Tampoco ayudó a Felisa el testimonio de una amiga suya de Pantoja (Toledo). La testigo contó que Felisa "le habló mucho del pánico" que le inspiraba Emilio y de sus continuos malos tratos. Añadió que en una ocasión, meses antes de la detención, Felisa le confió que su marido había cometido un hecho muy grave y que podía acabar en la cárcel si ella le denunciaba. Y que por eso la actitud de Emilio hacia ella había mejorado en las últimas semanas.

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