_
_
_
_

División entre los ministros de Finanzas de la UE por el reparto de poder en el banco central

Xavier Vidal-Folch

Fue breve, pero intensa. La batalla iniciada el Comité Monetario sobre el reparto del poder en el futuro Banco Central Europeo (BCE), que controlará la política monetaria común cuando exista la moneda única, se trasladó ayer, por vez primera, al Ecofin, el poderoso Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (Ecofin). La división del mandato del presidente y la presencia de los países pequeños en el directorio fueron las manzanas de la discordia. El vicepresidente español, Rodrigo Rato, apostó porque en el BCE "se sientan representados todos los países".

La demostración más palpáble del desacuerdo sobre el Banco Central Europeo (BCE) la reflejó la imposibilidad de acordar un sustituto en otra institución menor, el BERD (Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo), para donde España ha propuesto al ex ministro Pedro Solbes. "Francia vincula esta decisión a la del BCE", oficializó el ministro belga Philippe Maystadt, candidato a su vez a suceder a Jacques de Larosiére al frente del BERD. Así, salvo improbable decisión urgente, el vicepresidente -un norteamericano- tomará en funciones las riendas del BERD cuando finalice el mandato de Larosière a fin de mes.El primer enfrentamiento, sobre el BCE, podría haberse ablandado y ser ya más formal que real. El alemán Theo Waigel aseguró ayer que "no es legal [según el Tratado] dividir el mandato presidencial" en dos etapas, para satisfacer a los candidatos enfrentados, el francés Jean-Claude Trichet y el holandés Wini Duisenberg.

Haciendo votos para una solución "imaginativa", Maystadt le contradijo aparentemente: ésa fórmula imaginativa "consiste en todo caso en que uno empieza y el otro continúa" el primer mandato, de ocho años. No hace falta, para ello, un pacto escrito que vaya contra el Tratado. Bastaría un acuerdo de caballeros por el que Duisenberg renunciaría tras la fase de lanzamiento, en favor de Trichet; o bien, un reglamento interno fijando la jubilación a los 65 años. Duisenberg tiene ya 63.

Reparto de poder

La discusión sobre el reparto del poder en el Comité Ejecutivo o directorio fue más enjundiosa, versó sobre principios, aún no sobre nombres para los seis puestos (presidente, vicepresidente y cuatro vocales) a cubrir. Hubo, de entrada, un doble consenso: los miembros del directorio representan los intereses "del conjunto" de la UE y se elegirán en virtud de su "prestigio" y calificación profesional. Algo obvio, porque es lo que impone el Tratado de Maastricht.Pero los países grandes defienden, además, otro criterio: que los puestos se repartan "en función del peso económico de cada país". Los pequeños pretenden asegurar su presencia permanente.

El problema no es el primer directorio, en el que las seis sillas disponibles podrán atribuirse a los cuatro grandes que accedan al euro (Alemania, Francia, España e Italia, pues el Reino Unido queda de momento fuera) quedando espacio suficiente (dos puestos) para repartir entre los pequeños. El problema vendrá después, cuando aterrice el Reino Unido, o mucho después, cuando llegue Polonia.

El vicepresidente español, Rodrigo Rato, cabalgó a lomos de ambos caballos, apostando por que en el Comité Ejecutivo "se sientan representados todos los países" (cal para los pequeños) y "reconozca las realidades económicas europeas", es decir, su distinto peso (cal para los grandes), quizá combinando los criterios de PIB y población. A lo que se añade el principio de que nadie detente una silla permanente.

Los pequeños fueron más contundentes. "Varios hemos defendido que no hay razón para reservar los puestos a los grandes", argumentó el titular de Economía luxemburgués, y primer ministro, Jean-Claude Juncker. "Yo sostengo que sería inconcebible excluir a los pequeños de la posibilidad de estar representados", añadió, aunque asegurando que el debate no había sido dramático. "Todos los países deben sentirse representados", asintió el portugués Antonio Sousa Franco, añadiendo que "hay cierto consenso en que el directorio debe representar una cierta participación de todos".

Esta primera batalla sobre los principios ha envuelto en guante blanco la aspereza de la división interna. Seguirá en los próximos ecofines. Pero las fórmulas de compromiso deben ser sólidas y sin apariencia de componenda contra-natura si se quiere garantizar la credibilidad técnica de todo el proceso de unión monetaria. Y deben enhebrarse con antelación suficiente a la decisiva cumbre del primer fin de semana de mayo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_