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ENGAÑO EN LAS ESTACIONES DE SERVICIO

"Ya se sabía que esa gasolinera era pirata"

Sospechas y nulas explicaciones en torno a las estaciones cerradas

Un camionero se aplicaba ayer a lavar su coche particular en las inmediaciones de la estación del kilómetro 7,7 de la autovía de Valencia. Esta gasolinera, una de las tres clausuradas por orden judicial la noche anterior, permanecía ayer prisionera del precinto. Sólo una cinta blanca de la Dirección General de la Policía avisaba del cerrojazo y otra amarilla de la compañía eléctrica Unión Fenosa alertaba: "Atención, debajo hay cables eléctricos". Ningua explicación del erre a los consumidores.

"Ya se sabía que esta gasolinera era pirata", comentó el camionero. "Tú con un turismo no te enteras, pero con un camión al que le echas 500 litros de gasóleo, sí. Y aquello [el contador] corría mucho. Eso no podía ser". Y mientras lustraba un espejo retrovisor, aportó un indicio: "Mi jefe tenía ahí la cuenta y la quitó. Vamos, que quitaban gasolina".

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"Éstá cerrada por lo del robo ése", dijo una señora que pululaba por la zona. ¿Y a usted qué le parece? "Que será verdad lo que dice la tele; a mi marido no le gustaba echar gasolina aquí".

Ayer lucía en Madrid un sol espléndido. Y los coches cargados de familias que se adentraban a llenar sus depósitos en la gasolinera del kilómetro 12,5 de la carretera de Andalucía se iban vacíos. Unos chirimbolos de rayas blancos y rojos y alguna cubeta negra de basura impedíanla incursión. Todos se ibandespistados: ni una sola explicación al consumidor del porqué el cierre. Y eran muchos.Era otra de las gasolineras cerradas por la juez.

En la tercera estación visitada en la mañana de ayer, había trampa. La gasolinera de la calle Arturo Soria 175 -en la que sólo han clausurado algún poste; no la estación entera- tenía el aspecto de estar simplemente cerrada. A pesar de que había allí dos empleados con mono de Repsol. "No está precintada, está cerrada", dijo uno. Ningún surtidor estaba marcado y sólo una valla blanca impedía el paso a los posibles clientes que se acercaban, en goteo constante. "No, no... Está cerrada. Nada más", insistía el empleado. En un intento de segunda indagación, la puerta de la tienda de la estación y la boca de ese empleado siguieron el ejemplo de la gasolinera: cerrar a cal y canto. "Yo sólo venía a comprar el periódico", alegó un frustrado cliente.

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