El genocidio de Argelia
Sobre el genocidio de Argelia se están vertiendo auténticas barbaridades argumentativas. Se explican los horrendos crímenes mediante supuestas venganzas de Dios o contra Dios, desvinculando, sutilmente, la utopía islamista de la actitud irracional de los militantes del horror. Al parecer, se han pasado de rosca, dicen. Han dejado de ser de este mundo. Por un lado se culpa a Dios por haberles abandonado y por otro se les margina de la ideología religiosa que les ha conducido a la barbarie.El terrible problema de Argelia es complejo; pero esa complejidad o la posible responsabilidad en el asunto del Gobierno argelino, así como la de ciertos países occidentales, no nos puede conducir nunca a justificar a los asesinos, sean del credo que sean. Porque cualquier sistema global, ideológico o religioso, cuando es utilizado como instrumento aplicable a la realidad, desemboca indefectiblemente en la frustración, en el fracaso, convirtiendo a aquellos que han mantenido la fe hasta el final en resentidos y vengativos tiranos.Los islamistas frustrados, tomo cualesquiera otros fanáticos frustrados, sí son de este mundo. Sólo que ellos han tenido más fidelidad a sus creencias, han llegado al abismo de su verdad, a querer saborearla, comprobando que el edén soñado sólo daba frutos amargos. Esto demuestra que determinados ideales no son tan maravillosos como aparentan, porque permiten tantas legítimas interpretaciones del mundo como sentimientos irracionales alberga la mente humana.- .
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