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Los partidos vascos debatirán en febrero sobre la reinserción de presos y el diálogo con ETA

"Cada vez se puede hablar menos de que en la Mesa de Ajuria Enea haya dos bloques diferentes: nacionalistas y no nacionalistas". Estas palabras del líder del PNV, Xabier Arzalluz, revelan hasta qué punto los firmantes del Pacto no quisieron ayer salir de su reunión de cinco horas con las manos vacías. Todos respondieron a los deseos de revitaliación manifestados por el lehendakari, José Antonio Ardanza, en su mensaje del décimo aniversario y se comprometieron a debatir y aclarar antes del final de febrero la interpretación de cada uno de ellos ante los artículos 7, 8, 9 y 10 del acuerdo que firmaron hace diez años, que son los de mayor carga política y los que activan un posible final dialogado de la violencia en Euskadi.

Dichos artículos deben servir de base a la llamada "segunda fase" del Pacto, a la que se comprometió la Mesa en su reunión del pasado 23 de abril y que no había conocido aún avance alguno. La polémica ha estado servida cada vez que se ha aludido a los asuntos que abordan dichos artículos: la reinserción, la forma de dar pasos hacia un, final dialogado de la violencia y la posibilidad de incorporar al ordenamiento jurídico cualquier reivindicación salida de la voluntad, mayoritaria democráticamente expresada.Los líderes del PNV, Eusko Alkartasuna, PSE-EE, PP, Unidad Alavesa e IU mostraron ayer una reacción positiva unánime que parecía desterrada hace tiempo de las reuniones de la Mesa. Las últimas citas, por otra parte, estuvieron marcadas por los atentados de ETA contra concejales del PP. Arzalluz, visiblemente satisfecho, dijo que la cita fue "interesante, esperanzadora" y le había "sorprendido favorablemente".

Ni siquiera el inicio oficioso de la campaña electoral vasca, que tiene su punto de referencia en el próximo Aberri Eguna, el segundo domingo de abril, ha desalentado a los representantes de los partidos, que desean aprovechar lo que queda de legislatura. Arzalluz confirmó que "con un lehendakari de despedida y sin la hipoteca de tener que enfrentarse a las urnas debemos seguir adelante en lugar de capear el temporal".

Los representantes de todos los partidos, incluido el PP, hacia el que se volvieron las miradas en muchos momentos, aceptaron ayer impulsar el debate que clarificará la postura de cada uno y trabajar en reuniones interpartidarias, que no tienen por qué contar con la asistencia de todos ni hacerse públicas. En paralelo, cada partido verá a solas a Ardanza. El mayor problema reside, según uno de los presentes, en combinar la transparencia informativa en lo fundamental con una discreción absoluta sobre la letra pequeña.

Ardanza ya solicitó hace año y medio a las formaciones del Pacto que le enviaran por escrito sus reflexiones para trazar una primera aproximación a un final dialogado. Esos documentos quedaron incorporados, sin resultados, al trabajo de la Mesa. La reunión de ayer sirvió, según fuentes de los participantes, "para limar aristas de esos documentos, acordar alejarse de las terminologías grandilocuentes y las polémicas teórico-políticas y centrarse en el terreno de lo practicable. Ayer se habló muy en serio de cómo avanzar hacia una estrategia compartida".

El presidente del PP del País Vasco, Carlos Iturgaiz, expresó su alegría por el desarrollo del encuentro y recordó que el punto 10 del Acuerdo, el que habla de un final dialogado cuando se den las condiciones, sigue vigente. "Hoy en día ETA no ofrece esas condiciones, pero los partidos del Pacto seguimos avanzando para que se den los requisitos".

La reacción de Iturgaiz resultó estimulante para los demás que, pese a reconocer que el popular "lleva otro ritmo", reconocieron en lo que vale, al ser el partido del Gobierno, su anuencia a debatir las cuestiones más espinosas.

El convencimiento de que la paz no va a llover del cielo y de que no se debe esperar a que ETA quiera declarar una tregua se dejó ver en casi todos. Como un avance se valora también el acuerdo para no permitir que ETA fije la agenda de la Mesa con sus atentados limitándola al papel de convocante de manifestaciones.

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