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Reportaje:

"Fidel era un pepino cuando yo le conocí"

El director del colegio católico en que estudió Castro relata los avatares que le ha hecho pasar su antiguo alumno

, "Fidel Castro era un pepino cuando yo le conocí. Tenía 8 años y era un interno más del colegio de La Salle, en Santiago de Cuba. Era un muchacho normal, algo inquieto quizás. Le gustaba mucho discutir y jugar a la pelota". Así recuerda Gerardo León Moré del Río, el entonces director del colegio Nuestra Señora de la Caridad, de los hermanos de La Salle, a aquel alumno ya un poco rebelde que 26 años después se convertiría en comandante en jefe en las lomas de la Sierra Maestra y que luego nacionalizaría la enseñanza. A sus 90 años, Moré es todo un personaje. Es el sacerdote cubano de más edad que vive en la isla -"nunca me quise ir por miedo al dolor que produce la nostalgia"-, ha conocido a dos papas, Pío XII y Juan Pablo II, y dice que no guarda ningún rencor a su ex alumno, a pesar de los avatares por los que ha pasado la Iglesia en estos últimos 39 años. "Sabe usted, es que yo no le guardo rencor a nadie".Gerardo Moré fue el director de la primera escuela católica que pisó Fidel Castro en su vida. Después, el joven Fidel pasó al colegio que. los jesuitas tenían en Santiago, el Dolores, y más tarde completó su formación católica en el colegio Belén, uno de los que los jesuitas poseían en La Habana. Desde entonces, la vida de Moré y la de Fidel Castro se ha cruzado de forma directa o indirecta en diversas ocasiones durante todos estos años.

Mientras Fidel compartía sus estudios de barchillerato con sus primeras actividades políticas, Moré dirigió varias escuelas de los hermanos de La Salle en toda Cuba. En Santiago estuvo de 1933 a 1936. Antes del triunfo de la revolución fue nombrado procurador de los nueve colegios que poseían los hermanos de La Salle en toda la isla.

"Yo entré a la congregación en 1925. Me enviaron a estudiar a México, pero en eso vino la persecución de Plutarco Elías Calles y tuve que regresar a Cuba", recuerda. Paradojas de la vida, cuando 37 años después se produjo la invasión de Bahía de Cochinos, el 16 de abril de 1961, Moré fue a dar a una celda con el obispo de La Habana, al "recoger" por aquellos días las autoridades revolucionarias a todas las personas que consideraban podían ser el germen de una quinta columna. "Estuvimos allí cinco días, y la verdad es que nos trataron muy mal. Al obispo no le dieron ni una silla para sentarse", comenta.

Moré, quien se había encontrado en La Habana con Fidel a finales de 1959, cuando la Virgen de la Caridad fue llevada en procesión hasta la plaza de la Revolución, está convencido que todo comenzó a ir mal para la Iglesia después de lo de Bahía de Cochinos. "La verdad es que luego se pasaron", dice. Ninguno de los hermanos de La Salle fue expulsado de la isla en el famoso buque Covadonga -"Bueno, creo que sólo uno"-, en el que salieron 132 sacerdotes católicos, en su mayoría españoles. Sin embargo, los supervisores de su congregación aconsejaron a los más de 100 hermanos que vivían en Cuba que se marchasen. "De qué sirve ser sastre si te quedas sin tela ni trajes".

Sin embargo, él no se quiso ir. "La gente decía que era cuestión de tres meses, pero a mi me dio el zun-zun de que eso no iba a ser así. Ya una vez había sentido la nostalgia en México, y eso es algo muy malo".

En fin, Moré se quedó en Cuba sólo con otro hermano francés, Néstor María. Así resistió hasta que en 1970 el arzobispo de La Habana lo ordenó, a petición suya, sacerdote del clero secular. Hace dos años lo jubilaron en la parroquia de Jesús del Monte.

También hace dos años se encontró con Fidel Castro en la nunciatura apostólica en La Habana, en ocasión de la visita de un enviado del Papa. Estuvieron hablando un buen rato. "Yo quisiera poder hablar con él a solas para decirle algunas cosas", dice sin rencor en el rostro, más bien con picardía. Afirma que no siente odio por nadie, y que aunque lo sintiese no lo diría.

Al preguntarle si piensa que Fidel, después de tanto tiempo, se esté acercado de nuevo a Dios, responde. "Yo no meto las manos en la candela. No las meto porque me quemo". Algo similar vino a decir Castro el otro día, cuando un periodista le hizo la misma pregunta. La respuesta fue: "Son cosas mías". Al salir de su despacho, en la casa donde vive, Moré tiene una placa donde figura su nombre de hermano: "Adolfo Fidel". "No, no lo mire usted tanto, que yo escogí ese nombre en 1925. Él ni siquiera había nacido".

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