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"Eso se ha hecho siempre"

Comentarios y chascarrillos en tres de las estaciones acusadas

, Las respuestas varían según haya venido el golpe. Una periodista de El PAÍS recorrió ayer -en calidad de consumidora, sin identificarse profesionalmente- tres gasolineras acusadas de presunta estafa por el informe de la OCU. "Eso se ha hecho toda la vida", dice mientras atiende a la clientela uno de los empleados de la gasolinera ubicada en la calle de Santa María de la Cabeza 90, de Madrid, donde- se ha superado el límite de escamoteo permitido (el 0,5%).

Pero el problema está también en el cuánto. "Es que algunos se pasan al echar de menos, se aprovechan y luego la gente se mosquea", continúa. ¿Pero cómo es posible hacerlo? "No lo sé, yo me imagino que es como en los taxímetros, y aquí habrá un mecanismo interno del surtidor que pone gasolina de menos".

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Las repuestas de los gasolineros más afectados por la inspección de la OCU -más del 5% de combustible escamoteado- son muy distintas. Y también su actitud al responder. O bien recurren al recetario popular -"eso son habladurías"- o reparten las culpas a la Consejería de Industria, que controla los surtidores. "Es que hay gente interesada en que haya revuelo, ahora que se va a liberalizar el sector", dice un empleado de la gasolinera situada en el kilómetro 6,7 de la carretera de Andalucía, también acusada.

"¿Pero cómo vamos a trampear nada si los surtidores en el momento en que se instalan los precinta Industria?", continúa. "Es mentira que si tú me traes un bidón de cinco litros te vas a llevar cuatro, prueba y verás". Ante la insistencia en indagar qué gente está interesada en lanzar estas informaciones de posible fraude, responde: "Oye, a mí no me preguntes nada, ¿vas a echar gasolina o no?", inquiere mientras cobra con una tarjeta a uno de los clientes. Estos, durante la conversación, ni se inmutaron. A lo sumo, lanzaron al aire una media sonrisa. "El Estado está detrás de toda esta liada", dijo ufano el empleado. Y aseguró que durante el día de ayer el negocio no había disminuido. "Aquí no se nota nada, viene todo el mundo igual, no ha cambiado nada".

En un tono mucho más arisco respondió el encargado de la gasolinera de la avenida de la Ciudad de Barcelona, 61. "Yo soy vendedor de gasolina, no mecánico". ¿Pero nadie puede responder al consumidor qué pasa? "Sí, yo" ¿Y qué dice? "Que no soy mecánico".

¿Sugiere que para trucar el surtidor tiene que venir alguien de fuera? "Yo le digo que no soy mecánico", repitió impertérrito, mientras vaciaba los contenedores de basura. ¿Y quién manipula los surtidores? ¿Industria? "Sí", dijo por toda respuesta.

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