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Crítica:XIV FESTIVAL DE CANARIAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El Bach de Trevor Pinnock

El Festival de Canarias, proclive al gran sinfonismo, desde Beethoven a Mahler, atento a la creación contemporánea y buscador de la colaboración de solistas egregios, se enriquece sustantivamente con actuaciones como las de The English Concert, fundado y dirigido por Trevor Pinnock que expuso en dos jornadas su teoría y su práctica sobre Juan Sebastian Bach. El grupo, con un cuarto de siglo de vida, goza de prestigio general y de una importante discografía "santificada" por el sello DGG. No hay caso entonces para establecer nuevos juicios de valor: cada cual estudia y se dedica a rescatar la pureza interpretativa de la gran música pretérita según sus criterios y saberes y las propuestas de Pinnock son tan válidas, científicas y aventuradas como las de cualquier otro y, lo que más importa, están bien realizadas en la movilidad de la polifonías, la elevación de los acentos, la ejecución de considerable virtuosismo y, al mismo tiempo, cierta asepsia que a no pocos puede parecer excesiva. Pinnock en los Conciertos de Brandenburgo viene a ser el anti Casals cuyas ideas y versiones no debemos desdeñar. Y se trata del comienzo de una historia: la vuelta a Bach como fenómeno característico del siglo XX.

Diversidad

Cede Pinnock con talento a la gran invitación de los conciertos bachianos: su diversidad no sólo en la forma o la disposición instrumental sino en algo más trascendente: el ideal sonoro. ¿Cómo comparar la gravedad del último concierto con la vitalidad italianista del tercero o la riqueza de "sinfónismo concertante" que caracteriza al segundo? Distinto es el caso de las suites, las invenciones orquestales más importantes de todo Bach, especialmente en las oberturas de la que es ejemplo y cima la de la Suite número 4.El público de Las Palmas ha vivido la música de Bach durante dos bellísimas jornadas. Inevitablemente lo ha hecho desde cierta lejanía en el Auditorio Alfredo Kraus de amplias proporciones y acústica en proceso de afinación. Si a todo ello añadimos la naturaleza de la formación inglesa y de su instrumental histórico, es evidente que la melomanía grancanaria, como la de otras muchas salas europeas, debió aguzar el oído para sentir las íntimas palpitaciones de un English Concert que pretende adivinar y transmitir hoy las emociones musicales de tres siglos atrás. Hasta los hijos de Juan Sebastian Bach las creyeron caducadas pero el tiempo, en su larga andadura, las ha demostrado perdurables.

El éxito respondió a la calidad y el interés de lo que se ofrecía y, como es lógico tratándose de un local recién inaugurado, las polémicas y discusiones sobre sus características acústicas menudearon. Nada tienen que ver con la realidad artística de los conciertos. Por otra parte, cada vez que he asistido a los comienzos de grandes salas y auditorios, desde al Filarmonía de Berlín hasta hoy, se produjeron análogas confrontaciones. El tiempo, el hábito acústico y el trabajo de los especialistas acabaron con ellas.

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