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Refoma-ruptura en México

¿Cuál es el mínimo de cambio que necesita la realidad política y social mexicana para poder alumbrar un sistema democrático irreversible y efectivo? ¿Cuál es el máximo de ese mínimo que pueden aceptar EE UU, la clase dominante mexicana y sus Fuerzas Armadas? En términos familiares para el lector español ¿es posible separar la ruptura de la reforma en la transición democrática mexicana? Y si no lo es ¿cuánta ruptura cabe en su reforma y dónde y cómo hacerla posible?Con esa capacidad de confusión propia de los talentos literarios metidos a analistas sociales, que tanto se han prodigado en los últimos años, Mario Vargas Llosa ha presentado a México como una dictadura perfecta cuando siempre ha sido un autoritarismo populista, social-revolucionario en cuanto a sus orígenes y discontinuamente progresista en sus opciones internacionales. Que por lo que toca a España, tanto en su lealtad a nuestra república como en su generosidad con nuestros exiliados, sí que ha sido perfecto. Sin que España haya dado aún las gracias. En cualquier caso, el régimen político mexicano ha sido compatible con un cierto marco de libertades que no ha excluido nunca a los partidos políticos. Otra cosa es cuál haya sido su funcionamiento. Desde ese marco, la reforma política es el instrumento más adecuado para la completa transformación de su sistema y la autentificación de su vida democrática. La aparición de Cuauhtémoc Cárdenas y de su PRD en la vida política mexicana desencadena un proceso reformista que, menos de diez años depués, ha llevado a los partidos de la oposición a gobernar en más de mediopaís, a ser una fuerza decisiva en la Cámara de Diputados y a dirigir la capital de la nación. La reforma democrática, en.sus aspectos normativos e institucionales, en particular el control de la práctica electoral, todavía no está rematada pero su desarrollo último difícilmente podrá represarse.

Ahora bien, así como en España, el antagonismo reforma-ruptura se planteaba en términos estrictamente políticos y pudo desleírse en los juegos malabares de la reforma pactada de Felipe González y la ruptura pactada de Carrillo, es decir en dar todo el poder a Adolfo Suárez, en México aunque la reforma discurra también en el ámbito político es inseparable deuna ruptura que apunta claramente al entramado social. Es ahí donde el cambio o será radical o no será. La politóloga norteamericana Diane Davis, en el libro Las transiciones democráticas, señala que en México como en otros países de desarrollo intermedio el cambio no puede de limitarse a la introducción de determinados mecanismos institucionales sino que conlleva una mínima cohesión comunitaria entre las distintas áreas territoriales y entre las diversas clases/grupos de la sociedad.

Es difícil predecir hoy el destino político del PRD sometido por una parte a la compleja dinámica de sus tres componentes principales

-el cardenismo, la izquierda histórica y el grupo de Muñoz Ledo- y a la ambigüedad resultante de su andadura moderada y de su horizonte radical. Sin olvidar el rasero de los resultados de su casi imposible gobernación de la ciudad de México que querrán aplicarle para descalificarlo las otras fuerzas políticas. Pero más allá de los partidos políticos, el PRI y su problemática autrotransformación, el PAN en el centro derecha con su modernismo liberal y tecnocrático y el PRD en el centro izquierda con su utopía y su vocación de poder, está el México de la tradición caciquil, sus fuerzas paramilitares, los Estados ricos al Norte y los Estados pobres al Sur donde apenas una decena de grandes propietarios posee la práctica totalidad de las tierras cultivables, la corrupción a todos los niveles y los asesinatos de Estado, un vecino mayor con instinto fagocitario, la criminalidad generalizada que fragiliza la vida diaria, los ricos cada día más ricos y los pobres, más pobres, Chiapas la guerra podrida como una llaga incurable, los zapatistas como un grito que nada acalla. ¿Cabe la reforma política sin la ruptura con esa parte oscura de la realidad mexicana? ¿Querrán / podrán las fuerzas políticas hacerla suya?

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