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El ajuste de cuentas

Ángel S. Harguindey

Todo lanzamiento editorial que se precie, sobre todo en Estados Unidos, el país de los lanzamientos comerciales y del marketing, tiene que surgir de una frase rotunda. La biografía reportajeada de George Plimpton sobre Truman Capote ya la tiene: La vida del autor a quien mató el éxito de 'A sangra fría', su obra maestra. A partir de ahí parece producirse el inevitable, y en este caso tardío, ajuste de cuentas.Capote no sólo ha sido uno de los más brillantes escritores del presente siglo estadounidense; ha sido, también, un lúcido y cruel analista de lo que sus conciudadanos y su industria del ocio han mimado con mayor esmero: los mitos Populares. Y si a los 18 años, instalado ya en la base del Imperio, Nueva York, comenzaba su irresistible despegue, a los 41 publicaba A sangre fría, una extraordinaria crónica de sucesos envuelta en forma de novela y difícilmente superable. Entre una y otra fecha había dejado sobrada constancia de su talento literario, de su desarrollada inteligencia y de su acerado ingenio: demasiadas virtudes para salir indemne del empeño.Naturalmente, y mal que les pese a los publicitarios de la biografía de Plimpton, Capote siguió publicando: El invitado del día de acción de gracias, Los perros ladran, la recopilación de sus fantásticos retratos en Música para camaleones y la inacabada novela Plegarias atendidas. Sin embargo parece que ha llegado el momento de la vendetta y ahora se afirma sin rubor que Truman Capote no pudo superar la ejecución de sus protagonistas, que volvió a las drogas, al alcohol y a la promiscuidad (como si alguna vez las hubiera dejado), en fin,torpezas o habilidades del marketing para el que el escribir en una vida una obra maestra es sólo parte de una obligación por la que, al parecer, se deben escribir una o dos al año.

Más información
120 testimonios forman la biografía deTruman Capote

Capote murió a los 60 años de edad semienloquecido y solo -y se podría añadir que como casi todo el mundo-, dominó a los exquisitos y poderosos, marcó normas de comportamiento social, atacó y fue atacado, escribió una espléndida colección de libros, relatos y perfiles... y ahora, por fin, sabemos que no pudo superar su obra maestra. Así es la vida. ¡un asco!

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