Dentro, fuera
Me llevaron a ver la película que tontamente se llama In & out: me recordó el cine idealista de los tiempos de Roosevelt. Es divertida y pedagógica, y trata de un tema que se da por resuelto y no lo está y cuesta trabajo de aceptar hasta por mentes preclaras: la homosexualidad. Como en los tiempos del Hollywood esperanzado de Vive como quieras, la base es la comedia, el sainete -si aceptamos que esta palabra indique un retrato de costumbres populares-, risueño. El personaje, a punto del matrimonio, en cuentra que un día un per sonaje famoso que fue alumno suyo le recuerda en la televisión como homosexual: él mismo no sabe que lo es, lo rechaza al principio, y poco a poco se va enteran do. Y se enteran los otros: iba a ser "profesor del año" y, en lugar de ello, le expulsan del colegio. Donde enseñaba literatura: y entre los datos que se acumulan como sospechosos está su afición al verso, su suavidad de maneras, su delicadeza. Es una cuestión menor, pero como todas las cuestiones menores de este relato tiene su trascendencia el hombre que no es brutal no es masculino. Tienen tras cendencia dos personajes secundarios, la que iba a ser esposa del protagonista, que ha sido capaz de adelgazar treinta y cinco kilos para conseguir el matrimonio; la novia del actor famoso, tomada de las famosas novias cinematográficas de gánster, de vocecilla y estupidez fundamental, que es modelo y cuenta cómo ha de prepararse para vestir las ropas de la pasarela: tendrá que vomitar para aplanar el estómago.La escena más claramente heredera del cine de Roosevelt sucede, en el día de la licenciatura de los colegiales -tan característica del cine americano-, cuando el profesor homosexual queda marginado: todos los habitantes del pueblo, hasta los más insólitos de entre ellos, declaran que también son homosexuales. Como cuando firmábamos aquellos documentos, en que declarábamos que habíamos abortado, aunque fuéramos hombres: para demostrar nuestra solidaridad con las mujeres juzgadas y condenadas (hubo una razón crítica y en el siguiente documento decíamos que habíamos ayudado a abortar: para que no fuera un absurdo).
Ya sé que esto no pasa, que es irreal, que la guerra continúa aunque se ganen batallas. Pero la pedagogía cívica de la película funciona: su inteligencia está en una máxima antigua, la de divertir enseñando, o aprender deleitando, como se dijera.
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