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Cinco muertos al derrumbarse un edificio en La Habana

El primer día de Navidad festivo en los últimos 28 años de revolución llegó a La Habana con mal pie. El pasado día 25 de diciembre, aproximadamente a las diez, de la mañana, la fatalidad sacudió la ciudad al producirse un gigantesco derrumbe en un antiguo asilo de ancianos abandonado, situado en el populoso barrio de Marianao. Las autoridades informaron ayer de que cinco personas murieron a consecuencia del accidente y diez más están heridas, varias de ellas de gravedad.La noticia podría no parecerlo en una ciudad en la que los derrumbes son habituales debido al mal estado de muchas casas y edificios que desde hace años no reciben mantenimiento, un problema que se agudizó con la crisis económica. Según datos oficiales, de las 556.000 viviendas que hay en La Habana, el 49% está en un estado malo o regular, y de ellas 88.000 son consideradas irrecuperables. Otro dato dramático y revelador es que entre 1994 y 1996 se produjeron en la capital más de 2.000 derrumbes, en los que perdieron la vida una decena de personas y cerca de 30 resultaron lesionadas.

El derrumbe del asilo Carvajal, sin embargo, ha llamado la atención de los vecinos y las autoridades por otro motivo. El edificio, que ocupaba una manzana entera en la calle 114 de Marianao, estaba abandonado desde hace 12 años. Durante un tiempo se trató de restaurar y reconstruir parte del asilo, pero después de 1991 la obra quedó paralizada.

Desde hace varios meses, los vecinos se venían quejando al Ayuntamiento de que el edificio estaba siendo objeto de un sistemático "canibaleo" por "ladrones de ladrillos", quienes, debido a la escasez de materiales de construcción en las tiendas del Estado, vendían cada ladrillo a un peso cubano en el mercado negro.

"Esto era la feria del ladrillo", comentaba ayer un vecino. "La gente venía con carretillas y herramientas y se lo llevaba todo a la luz del día -azulejos, losas del piso, rejas, marcos de ventanas, vigas- sin que nadie hiciese nada para impedirlo", explicó.

La situación llegó a tal extremo que una pequeña comunidad pentecostal que tenía una casa de culto en el sótano del asilo decidió mudarse hace días. La suerte no los acompañó, y el día elegido para realizar la mudanza fue el 25 de diciembre. Algunos de los religiosos, incluido el pastor, resultaron heridos, pero fueron rescatados por los bomberos después de pasar varias horas atrapados bajo los escombros.

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